Antes que nada he de confesarme un enamorado del thriller que se puso de moda en los años noventa. Ese thriller frío y elegante que venía envuelto por un aura sexual y morbosa y cuya figura principal era un personaje aparentemente normal que a medida que evolucionaba se transformaba en un ser demente y peligroso. Empiezo con esta introducción porque soy consciente de que es difícil defender una película como "Chloe", seguramente más llena de defectos que de momentos de acierto pero cuya principal virtud es precisamente devolver a la retina sensaciones que películas como "La mano que mece la cuna", "Mujer blanca soltera busca", "De repente, un extraño", etc. nos habían producido hace casi dos décadas. Atom Egoyan, director del que se puede esperar casi todo menos una película tan convencional, aborda el film de una manera muy cuidada. Ambientación, puesta en escena, banda sonora, todo los aspectos técnicos son disfrutables y constituyen un marco adecuado para que la historia se desarrolle en todo su potencial, pero aquí nos topamos con un guión muy forzado, demasiado previsible que solo deja espacio para que brillen las dos actrices principales, una madura Julianne Moore que no pierde atractivo frente a una sorprendente Amanda Seyfried que sabe aprovechar un jugoso papel y constituirse en la reina de la función. Lástima,como digo que la película siga una línea demasiado académica y vaya derivando hacia el esperpento especialmente un tramo final que se pierde en una resolución que bordea el ridículo. Con todo, creo que estamos ante una película digna, más por su envoltorio que por su contenido, que seguramente no gustará a los seguidores de Egoyan pero que todo buen aficionado al thriller erótico sabrá apreciar en su buena medida.

Lo mejor: el conseguido espíritu años 90.

Lo peor: una resolución demasiado facilona.