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Natxo Borràs rating:
9
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- es
August 9, 2008
4 of 5 users found this review helpful
Ingenio e imaginación es lo que le sobra a esta última obra maestra de la animación. ¿Por qué no ofrecernos un futuro devastador con un solitario androide recogiendo toda la porquería que ha dejado el hombre antes de su exilio en el espacio? Aquí entra WALL-E, una lata binocular que entabla amistad con una cucaracha y se enamora de EVA, otro prototipo más avanzado de robot. A partir de allí a la aventura de encontrar el origen a sus preguntas silenciosas; el hombre evolucionado a partir del sedentarismo, los transgénicos y el fast-food y sometido a la tecnologia que ha creado.
Lo único discutible es la apariencia del protagonista con el célebre número 5 de "Cortocircuito" y el del villano ordenador de a bordo con HAL-9000 de "2001, Una Odisea del Espacio", pero no importa. Los de Pixar les preocupa más el argumento y no el diseño, sobradamente excelente, para ir más allá del garabato y el esbozo de sus personajes. Prefieren enseñarnos a ser más conscientes de nosotros mismos sin ser catastrofistas pero sí en advertirnos que estamos creando un mundo triste, antaño maravilloso y que las creaciones más cibernéticas y avanzadas se convierten en esclavos y sirvientes de nuestro egoísmo acauchutado y alimentado por batidos de fresas, butacas voladoras e Ipods de última generación.
Y es que estamos inmersos en otras preocupaciones, en "otra galaxia" mientras mandamos la Madre Tierra al carajo, con sus desperdicios y tristeza. Y la soledad, presente, en este entrañable robot que es capaz de sugerirnos su propio cuento de hadas en un crepúsculo barrido por la contaminación y las ruinas.
Niños con corazón de adultos; coged a vuestros padres con corazón de niño (empezando por los que arrojan el cigarrillo al suelo o el papel del chiclet) y arrastradlos a la primera sala donde pasen WALL-E. En un futuro próximo no veremos prototipos como él, barriendo y recogiendo basura. Acabaremos hundidos por nuestra alta calidad de vida, eso si el CO2 (que no es nombre de androide y sinó preguntádselo a vuestros papás) no nos lo impide.
Lo único discutible es la apariencia del protagonista con el célebre número 5 de "Cortocircuito" y el del villano ordenador de a bordo con HAL-9000 de "2001, Una Odisea del Espacio", pero no importa. Los de Pixar les preocupa más el argumento y no el diseño, sobradamente excelente, para ir más allá del garabato y el esbozo de sus personajes. Prefieren enseñarnos a ser más conscientes de nosotros mismos sin ser catastrofistas pero sí en advertirnos que estamos creando un mundo triste, antaño maravilloso y que las creaciones más cibernéticas y avanzadas se convierten en esclavos y sirvientes de nuestro egoísmo acauchutado y alimentado por batidos de fresas, butacas voladoras e Ipods de última generación.
Y es que estamos inmersos en otras preocupaciones, en "otra galaxia" mientras mandamos la Madre Tierra al carajo, con sus desperdicios y tristeza. Y la soledad, presente, en este entrañable robot que es capaz de sugerirnos su propio cuento de hadas en un crepúsculo barrido por la contaminación y las ruinas.
Niños con corazón de adultos; coged a vuestros padres con corazón de niño (empezando por los que arrojan el cigarrillo al suelo o el papel del chiclet) y arrastradlos a la primera sala donde pasen WALL-E. En un futuro próximo no veremos prototipos como él, barriendo y recogiendo basura. Acabaremos hundidos por nuestra alta calidad de vida, eso si el CO2 (que no es nombre de androide y sinó preguntádselo a vuestros papás) no nos lo impide.