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keizz rating:
8
7.8
8,104
Documentary
A documentary that challenges former Indonesian death squad leaders to reenact their real-life mass-killings in whichever cinematic genres they wish, including classic Hollywood crime scenarios and lavish musical numbers. Anwar Congo and his friends have been dancing their way through musical numbers, twisting arms in film noir gangster scenes, and galloping across prairies as yodelling cowboys. Their foray into filmmaking is being ... [+]
Language of the review:
- es
March 13, 2014
17 of 18 users found this review helpful
Anwar Congo, en 1965, pasó de ser un ganster de poca monta que revendía entradas de cine, a capitanear uno de estos escuadrones de la muerte, que buscaban y eliminaban comunistas. Anwar Congo y sus amigos, explican en este documental la manera en la que cometieron esos crímenes en masa. Para ello, el director del documental, Joshua Oppenheimer, les convence para que ellos hagan una película en la que recreen los crímenes, ambientándolos en las películas que a ellos tanto les gustaban (westerns, cine negro, películas bélicas, etc.). Así, ellos dirigen e interpretan la película sobre ellos mismos, representando sus propios papeles y los de sus víctimas, en escenas alucinantes.
Llama la atención desde el principio la impunidad con la que hablan y actúan. Más aún, con el orgullo que lo hacen. Son asesinos en masa y al mismo tiempo son héroes en su pais. Resulta espeluznante una de las primeras escenas en la que Anwar Congo explica que cogían a muchos comunistas, los hacinaban en un patio y les mataban a palos. Pero que esa manera de matarlos no era buena porque echaban muchísima sangre y cuando lo limpiaban quedaba un olor asqueroso. Entonces decidieron matarlos como habían visto en algunas películas, estrangulándolos con un alambre. Esto era mucho más limpio. Todo esto lo cuenta Anwar en una de las primeras escenas, con la sonrisa en la boca todo el tiempo, alardeando de su gran idea, y termina la escena bailando feliz y contento.
En aquellos años, Anwar y sus amigos salían del cine después de ver una película de gansters y se sentían como los personajes que acababan de ver, así que tras ver la película salían a la calle y se dirigían a matar a unos cuantos comunistas del modo en que habían visto a los gansters matar en la pantalla. Yo, que suelo decir que cuando una película me gusta salgo de cine siendo el protagonista de la misma durante unos minutos, me lo pensaré dos veces a partir de ahora.
El documental es muy curioso y original en su forma, y se nota la influencia de Werner Herzog, que es uno de los productores ejecutivos del mismo. Y supongo que también es un aviso al mundo de que hay paises en los que aún suceden cosas impensables, auténticos paraísos para mentes enfermas. Una denuncia de que en el siglo XXI, en algunos lugares tienen una mentalidad parecida a la que había por aquí en la Edad Media.
Ellos están orgullosos de haber matado tantos comunistas. Y la gente de allí les venera porque se encargaron de difundir que los comunistas eran terribles, crueles y lo peor del mundo, que había que exterminarlos porque de lo contrario ellos se cargarían el pais. Una propaganda que ya ha funcionado en otros paises y que el pueblo siempre traga, sea por ignorancia, miedo o instinto de supervivencia. Aunque ahora cuando lo cuentan, uno de los amigos de Anwar dice que no, que era mentira que los comunistas fueran tan crueles, que eran más crueles ellos. Pero no lo cuenta en plan arrepentido, sino todo lo contrario, nosotros eramos más crueles, con la sonrisa y la mirada desafiante, como si dijera que nosotros la tenemos más larga. Los comunistas eran tan nefastos que ni siquiera eran capaces de ser tan crueles como nosotros.
La desfachatez es constante, incluso con el mismo significado de la palabra gánster. Según Congo y sus amigos, gánster significa “hombre libre” (?), y por lo tanto, ser gánster es algo bueno. Así que Indonesia tuvo la suerte de tener estos gansters que lucharon para liberar al pais de la amenaza comunista. Para evitarlo, ellos no tuvieron más remedio que meterse en faena y matar con saña a todos los comunistas que encontraban, a sus familiares y amigos, a los que parecían comunistas y a los que alguna vez podrían llegar a serlo.
Sigo en el spoiler.
http://keizzine.wordpress.com/
Llama la atención desde el principio la impunidad con la que hablan y actúan. Más aún, con el orgullo que lo hacen. Son asesinos en masa y al mismo tiempo son héroes en su pais. Resulta espeluznante una de las primeras escenas en la que Anwar Congo explica que cogían a muchos comunistas, los hacinaban en un patio y les mataban a palos. Pero que esa manera de matarlos no era buena porque echaban muchísima sangre y cuando lo limpiaban quedaba un olor asqueroso. Entonces decidieron matarlos como habían visto en algunas películas, estrangulándolos con un alambre. Esto era mucho más limpio. Todo esto lo cuenta Anwar en una de las primeras escenas, con la sonrisa en la boca todo el tiempo, alardeando de su gran idea, y termina la escena bailando feliz y contento.
En aquellos años, Anwar y sus amigos salían del cine después de ver una película de gansters y se sentían como los personajes que acababan de ver, así que tras ver la película salían a la calle y se dirigían a matar a unos cuantos comunistas del modo en que habían visto a los gansters matar en la pantalla. Yo, que suelo decir que cuando una película me gusta salgo de cine siendo el protagonista de la misma durante unos minutos, me lo pensaré dos veces a partir de ahora.
El documental es muy curioso y original en su forma, y se nota la influencia de Werner Herzog, que es uno de los productores ejecutivos del mismo. Y supongo que también es un aviso al mundo de que hay paises en los que aún suceden cosas impensables, auténticos paraísos para mentes enfermas. Una denuncia de que en el siglo XXI, en algunos lugares tienen una mentalidad parecida a la que había por aquí en la Edad Media.
Ellos están orgullosos de haber matado tantos comunistas. Y la gente de allí les venera porque se encargaron de difundir que los comunistas eran terribles, crueles y lo peor del mundo, que había que exterminarlos porque de lo contrario ellos se cargarían el pais. Una propaganda que ya ha funcionado en otros paises y que el pueblo siempre traga, sea por ignorancia, miedo o instinto de supervivencia. Aunque ahora cuando lo cuentan, uno de los amigos de Anwar dice que no, que era mentira que los comunistas fueran tan crueles, que eran más crueles ellos. Pero no lo cuenta en plan arrepentido, sino todo lo contrario, nosotros eramos más crueles, con la sonrisa y la mirada desafiante, como si dijera que nosotros la tenemos más larga. Los comunistas eran tan nefastos que ni siquiera eran capaces de ser tan crueles como nosotros.
La desfachatez es constante, incluso con el mismo significado de la palabra gánster. Según Congo y sus amigos, gánster significa “hombre libre” (?), y por lo tanto, ser gánster es algo bueno. Así que Indonesia tuvo la suerte de tener estos gansters que lucharon para liberar al pais de la amenaza comunista. Para evitarlo, ellos no tuvieron más remedio que meterse en faena y matar con saña a todos los comunistas que encontraban, a sus familiares y amigos, a los que parecían comunistas y a los que alguna vez podrían llegar a serlo.
Sigo en el spoiler.
http://keizzine.wordpress.com/
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Uno de ellos cuenta que cuando se dió la orden de matar a todos los chinos, él iba por la calle y cuando veía un chino lo apuñalaba. Lo cuenta con total normalidad, como quien cuenta una anécdota graciosa. Por cierto, que había un tío en el cine que se rió a carcajadas dos o tres veces con cosas de estas. Hay gente para todo. Sigo, resulta que la novia del tipo que contaba esto era china, y dice que un día se encontró a su suegro por la calle (el padre de su novia) y claro, tuvo que apuñalarle. Bueno, pues esto es solo un botón de muestra. Cosas como esta hay a montones en la película. Delirante y surrealista. Pero es cierto que todo está contado con tanta naturalidad que se desdramatiza de alguna manera. Si lo piensas un poco es espeluznante, pero mientras lo ves, no parecen asesinos, sino más bien un grupo de viejos que está contando travesuras que hacían de jóvenes.
En Indonesia hay un grupo paramilitar llamado “Juventud de Pancasila” que tiene tres millones de militantes, así, uno se puede hacer una idea de como funcionan las cosas en ese pais. El jefe de ese grupo aparece en el documental jugando al golf. Lleva una chica joven que hace de caddie, y en un momento dado le dice “seguro que tienes un lunar en el chochito”. En otra escena, cuando están recreando una matanza en un poblado campesino, uno de los paramilitares dice que lo mejor era las violaciones. Especialmente cuando encontraban alguna de 14 años. “Eran deliciosas” dice tumbado en el suelo sonriendo, “yo las decía: esto va a ser un infierno para ti, pero el paraíso para mi”, y los compañeros se reían a carcajadas. Esto es Indonesia, no en 1965, sino ahora.
Como digo, la naturalidad con la que se cuenta todo mitiga en parte el asombro y la repulsión que provoca en uno todo lo que ve y escucha. El tal Anwar Congo es un anciano que recuerda un poco físicamente a Mandela, y que no tiene la menor pinta de haber hecho las cosas que hizo. Al final de la película sienta a sus nietos a ver una escena en la que él recrea a uno de los asesinados tras un interrogatorio. Anwar dice que ahora, al verlo, entiende lo que sentían sus víctimas. El director le responde que no, que no es comparable porque él sabe que es una película pero las víctimas sabían que iban a morir de verdad, y por lo tanto no sentían lo mismo. Anwar termina llorando. ¿Una muestra de arrepentimiento al final, después de todo? Supongo que es lo que quiere dar a entender. Pero ya es tarde.
Otra escena tremenda. Hay un programa de la televisión indonesia a la que llevan de invitado a Anwar Congo y sus amigos. La presentadora, sonriente, le pregunta “¿A cuantas personas ha matado?” Anwar, aún más sonriente, responde “A unas mil”, y el público aplaude. Totalmente surrealista, pero increíblemente lógico en el contexto del documental.
“The act of killing”, el acto de matar, un documental que conviene ver pero hay que estar preparado, porque es un puñetazo en el estómago. La moral, tal como la conocemos, no existe allí. Los principios, tampoco. El valor de la vida, menos. Un documento fascinante y repulsivo a la vez. Absolutamente espeluznante pero recubierto por un tono surrealista (esos números musicales con uno de los asesinos travestidos son la bomba) que edulcora de alguna manera el horror de lo que se está contando. Una locura. Tan necesario como espantoso.
En Indonesia hay un grupo paramilitar llamado “Juventud de Pancasila” que tiene tres millones de militantes, así, uno se puede hacer una idea de como funcionan las cosas en ese pais. El jefe de ese grupo aparece en el documental jugando al golf. Lleva una chica joven que hace de caddie, y en un momento dado le dice “seguro que tienes un lunar en el chochito”. En otra escena, cuando están recreando una matanza en un poblado campesino, uno de los paramilitares dice que lo mejor era las violaciones. Especialmente cuando encontraban alguna de 14 años. “Eran deliciosas” dice tumbado en el suelo sonriendo, “yo las decía: esto va a ser un infierno para ti, pero el paraíso para mi”, y los compañeros se reían a carcajadas. Esto es Indonesia, no en 1965, sino ahora.
Como digo, la naturalidad con la que se cuenta todo mitiga en parte el asombro y la repulsión que provoca en uno todo lo que ve y escucha. El tal Anwar Congo es un anciano que recuerda un poco físicamente a Mandela, y que no tiene la menor pinta de haber hecho las cosas que hizo. Al final de la película sienta a sus nietos a ver una escena en la que él recrea a uno de los asesinados tras un interrogatorio. Anwar dice que ahora, al verlo, entiende lo que sentían sus víctimas. El director le responde que no, que no es comparable porque él sabe que es una película pero las víctimas sabían que iban a morir de verdad, y por lo tanto no sentían lo mismo. Anwar termina llorando. ¿Una muestra de arrepentimiento al final, después de todo? Supongo que es lo que quiere dar a entender. Pero ya es tarde.
Otra escena tremenda. Hay un programa de la televisión indonesia a la que llevan de invitado a Anwar Congo y sus amigos. La presentadora, sonriente, le pregunta “¿A cuantas personas ha matado?” Anwar, aún más sonriente, responde “A unas mil”, y el público aplaude. Totalmente surrealista, pero increíblemente lógico en el contexto del documental.
“The act of killing”, el acto de matar, un documental que conviene ver pero hay que estar preparado, porque es un puñetazo en el estómago. La moral, tal como la conocemos, no existe allí. Los principios, tampoco. El valor de la vida, menos. Un documento fascinante y repulsivo a la vez. Absolutamente espeluznante pero recubierto por un tono surrealista (esos números musicales con uno de los asesinos travestidos son la bomba) que edulcora de alguna manera el horror de lo que se está contando. Una locura. Tan necesario como espantoso.