Ya me he puesto rojas las palmas con el debut imperfecto y cautivador de Xavier Dolan-Tadros, un director precoz que no ha alcanzado el cuarto de siglo de edad.

Disfruté de I Killed My Mother y me sorprendí al saber que había sido escrita y dirigida por un niño de 17 años de edad. Había destacado en su crítica, la madurez de diálogos y la profundidad de sus personajes, que no se condecían con su creador.

También entendí como normal que su segundo film paseara por festivales de la talla de Cannes o Mar del Plata.
No dudé un segundo en conseguir Les amours imaginaires.

Vuelvo a ratificar que Dolan tiene un pulso que muchos veteranos envidiarían; que detrás de cámara parece un viejo zorro y delante de ella, un canto a la naturalidad.

No tengo problemas en afirmar que la sensualidad con la que enfoca, ese magnetismo del que dota a sus protagonistas, y esos diálogos hipnóticos, hace rato no los encuentro en la pantalla grande.
Ni que hablar de la música que acompaña las imágenes. Una banda de sonido para escuchar y escuchar.

Les amours imaginaires es un hermoso film que cuenta la historia de dos amigos, un joven (gay) y una mujer, que se enamoran de un muchacho seductor y volátil, poniendo en juego su amistad.
Tres actuaciones merecedoras de premios y un guión memorable.

Un nuevo aplauso para Xavier Dolan que con 23 años recién cumplidos ya cuenta con dos grandes films en su haber y un futuro más que promisorio.


Estaremos atentos con cada film de este prodigio director, que, de no suceder nada extraño, pinta como uno de los grandes escritores de la próxima década.

Nota= 8,5 con posibilidades de mejorar.