En 2008 Iron Man estuvo a punto de superar el nivel medio que tienen las películas de ese nuevo subgénero dentro del cine de superhéroes que es el de las adaptaciones de cómics de la Marvel. Desgraciadamente no supo aprovechar del todo todas las posibilidades que el héroe tenía y que el actor Robert Downey Jr. se encargo de ensalzar. Como una típica secuela que se precie de serlo, este Iron Man 2 incide, dos años después, en los defectos de la primera y echa por tierra la posibilidad de un resurgir del superhéroe a la manera en que Spiderman 2, por poner un ejemplo de lo contrario, diera brío a la correcta primera entrega.
En esta ocasión Iron Man es ya un superhéroe de fama mundial. Convertido en una estrella, su ego ha crecido, si eso era posible, al mismo ritmo que su prestigio. Afortunadamente sigue a su lado la encantadora Pepper Potts para intentar mantener sus pies en el suelo. Pero como no solo de fama y baños de multitudes (horribles primeras secuencias) puede vivir un superhéroe, pronto hace su aparición un villano a su altura al que deberá hacer frente para que no utilice una tecnología similar a la suya para adueñarse del mundo. Llegados a este punto la película adquiere la rutinaria velocidad de crucero típica de todas estas historias, pero más vulgar de lo habitual, hasta llegar al esperado e interminable desenlace.
La única gracia que puede hacer medianamente distinguible a esta película es la presencia de Mickey Rourke encarnando al villano de turno, con uno de esos looks a los que nos tiene acostumbrados ultimamente, que son un espectáculo en si mismos. Además es el protagonista de la mejor secuencia de la película, probablemente de las dos películas, y que transcurre en el Gran Premio de Fórmula I de Mónaco. Esto no quiere decir que no haya en la película más momentos repletos de esfectos especiales y ruido, pero ninguno está a la altura de este momento en tensión y energía.
Otra de las grandes apuestas de esta secuela era la introducción de un nuevo personaje Marvel, La viuda Negra, encarnada, nada más y nada menos, que por una Scarlett Johansson embutida en cuero negro que está sin duda a la altura del personaje, pero que desgraciadamente en esta película apenas es un relleno olvidable de la acción. Afortunadamente su presencia en la posterior Los Vengadores será mucho más vistosa.
No es ella el único rostro desaprovechado de la película, ya que ni Sam Rockwell, del lado de los malos, ni Don Cheadle, del de los buenos, hacen mucho por sacar a Iron Man 2 de la sensación de hastío en la que cae una vez disfrutada su secuencia maestra. Solo la presencia de la deliciosa (cada vez mas) Gwyneth Paltrow sube enteros con respecto a la primera parte.
(sigue sin spoiler)