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Spain Spain · Madrid
Barfly rating:
7
Drama The sheer audacity of My Dinner with Andre drew throngs of curious filmgoers who made the film the most talked-about art-house hit of 1981. After all, who'd ever heard of a movie consisting of nearly two hours of nonstop dinner conversation? Ah... but this isn't just any conversation--it's the kind of mesmerizing, soul-searching, life-affirming exploration that we feel privileged to listen to, and with unobtrusive style, director Louis ... [+]
Language of the review:
  • es
January 22, 2010
6 of 21 users found this review helpful
Irritante y deslumbrante, desigual y contundente, exasperante e ilusionante, sobresaliente e intolerable, así es esta inolvidable película, Mi Cena Con Iniesta, una obra con tantos o más dioses y monstruos, con tantas toneladas de matices como vuestro amado y admirado Atlético de Madrid.

Además de confesar que anoche me quedé dormido con ella mientras ingería una copa de vino barato posada en el vídeo, ése por cierto es el principal uso actual de mi particular boxeador sonado, admito que hoy, vista de principio a fin, me ha ganado para la causa, pese a que las sensaciones de incomodidad que ayer sufrí durante su primera mitad han vuelto a aflorar.

Me lancé a por ella, por cierto, por las conexiones que estableció alguien con la deliciosa Chinese Coffee. Y sí, esta velada gastronómica en el Vicente Calderón, con viandas, amargos órdagos, disquisiciones existenciales, agüeros y pereas puede haber influido a Salinas, qué duda cabe. En ambas el diálogo funciona como un afilado punzón que poco a poco va arraigando en el espectador, captando su mente, embrujando sus sentidos, azuzando sus fantasmas.

Chinese Coffe me embelesó prácticamente de inmediato, y llegado a este punto reflexiono y me veo obligado a darle el mérito principal a Salinas, que a poco que imprima un poco de fuerza e interés a cualquier personaje a mí me tiene a cuatro patas y lamiendo un hueso, pero con Andrés Iniesta no ha ocurrido igual.

Aquí, sin un personaje tan irresistible como Patxi, he tardado en conectar, los primeros compases de la velada se me antojaban dispersos, delirantes, vacuos. De hecho, y en los conflictos internos que me atenazan en muchos visionados, llegué a maldecir la autoría francesa de la función, Louis Malle, y que era eso, la densidad y la intelectualización gala, la gelidez franchute, sí, debía de ser eso.

Pero no, a diferencia de otros engendros de la tricolor tan respetables y personales como capaces de alzar un Himalaya entre mí y la pantalla (un saludo, Motta), esta cena respiraba otro talante, más cercano a los deslumbrantes análisis de la absurdidad y del vacío de Allen o del hombre verga que a ciertas filigranas intelectualizadas y grotescas de Truffaut o Antonioni, y ya de paso saludo también a Gálvez, que me estará viendo.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details. View all
Barfly
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