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TOM REGAN rating:
8
6.4
2,327
Language of the review:
- es
April 15, 2012
12 of 12 users found this review helpful
67/21(20/03/12) Telefilm producido por la HBO, no apto para todos los paladares, teatro filmado, un reducido escenario y dos únicos actores, que se tiran media hora filosofando sobre lo divino y lo humano, un ateo y un espiritual católico divagando sobre lo bueno y lo malo que nos ofrece este mundo, sobre el existencialismo, la metafísica, la felicidad, la infelicidad, el sentido de la vida y más, un film reflexivo que o te fascina o te aburrirá. Está basado en una obra de Cormac McCarthy que también escribe el guión, está protagonizada por Samuel L. Jackson y Tommy Lee Jones, de los que no sabremos sus nombres, en los títulos de crédito aparecen como Black y White respectivamente, este último es el director. Están en un pequeño salón de un piso, Black (gran Samuel L. Jackson) es un exconvicto que tras un incidente violento en prisión encuentra a Dios, acaba de salvar de un suicidio a White (gran Tommy Lee Jones), un profesor que adolece de misantropía, que iba a tirarse a las vías de un tren del metro, Black intenta saber los motivos que han llevado a White a esto, surgiendo entre los dos una partida de ajedrez donde uno es un creyente acérrimo y el otro es un ateo recalcitrante, entre los dos manará un debate en el que Black llevará la batuta pero en el que poco a poco los argumentos colisionaran en un efecto dramático turbador, con un increscendo dialéctico agobiante, teniendo su zenit en un monólogo (spoiler)acojonante que vomita White en el tramo final, que pretende ser un jaque mate a la esperanza, deprimente. La cinta intenta no posicionarse, no tomar partido por ninguno de los dos, pero al final el ideario nihilista de Cormac McCarthy se deja traslucir a favor del agnóstico, los posicionamientos de uno y otro son un combate de boxeo, donde los golpes ideológicos son de peso, con una tensión latente asfixiante. Pero todo esto es posible gracias a dos actores colosales, dos tipos en estado de gracia, un tour de forcé glorioso, su poderosa personalidad desborda la pantalla, irradian carácter, su dominio de la escena es magistral, el lenguaje gestual es antológico, el que sale ganando es el espectador que guste de interpretaciones que aúnan sobriedad y vigor tremebundo. La dirección de Lee Jones es diáfana, solo tiene el objetivo de resaltar las grandes interpretaciones, apenas hay música, no hay elementos que distraigan, solo la fuerza de la palabra, la eterna lucha de la fe y la razón. Film recomendable a los que anhelan obras de calado emocional. Fuerza y honor!!!
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Monólogo Impresionante de White:
Quiero que la muerte sea muerte. Por siempre. Quiero ser uno de ellos. Excepto, por supuesto, que no puedo ser uno de ellos. No puedo ser uno de ellos, porque lo que no existe no puede ser comunidad. No comunidad. Mi corazón arde solo de pensar en eso. Negrura, soledad, silencio, paz y a tan solo un latido de distancia. No considero mi estado mental como una visión pesimista del mundo, lo considero el mundo mismo. La evolución no puede evitar traer la vida inteligente, finalmente el entendimiento de una cosa y una cosa sobre todas, y tal cosa es la futilidad.
(…)
Si la gente puede ver el mundo como lo que es en realidad, ver sus vidas como lo que son realmente, sin sueños ni ilusiones, no creo que puedan ofrecer la primera razón por la que no deberían elegir morir tan pronto como sea posible. No creo en Dios. Puede entender eso? Mire a su alrededor hombre. No se da cuenta? El clamor y el estruendo de aquellos en tormento debe ser el sonido más placentero a sus oídos. Y detesto estas discusiones. El argumento de la villa atea cuya solitaria pasión para el odiar interminablemente, por lo que niega la existencia en primer lugar.
(...)
Tu hermandad es una hermandad de dolor y nada más. Y si ese dolor fuera colectivo en vez de meramente reiterativo su mero peso arrancaría el mundo de los muros del universo y lo enviaría quebrándose y ardiendo hacia lo que quiera que la noche aún fuera capaz de engendrar hasta que no fuera mas que ceniza. Y fraternidad.
¿Justicia? ¿Vida eterna? ¡Por el amor de dios, hombre! Enséñame una religión que le prepare a uno para la nada, para morir. Esa sería una iglesia a la que sí querría unirme. La tuya sólo prepara para más vida. Para sueños, ilusiones y mentiras. Quita el miedo a la muerte de los corazones de los hombres y no aguantarán ni un día. ¿Quién querría esta pesadilla si no fuera por miedo a lo que haya después?
(...)
La sombra del hacha pende sobre cada alegría. Cada camino acaba en muerte, cada amistad, cada amor. Tormento, pérdida, traición, dolor, sufrimiento, vejez, indignidad, enfermedades largas y espantosas... y todo ello con una única conclusión.
Para usted, para cada uno y para todas los cosas que ha elegido como importante. Esa es la verdadera fraternidad. Y cada quien es miembro de por vida. Dice que mi hermano es mi salvación. Mi salvación? Bien, pues maldito él. Maldito él en cada imagen, modo y forma. Me veo a mismo en él? Si. Y lo que veo me enferma.
Quiero que la muerte sea muerte. Por siempre. Quiero ser uno de ellos. Excepto, por supuesto, que no puedo ser uno de ellos. No puedo ser uno de ellos, porque lo que no existe no puede ser comunidad. No comunidad. Mi corazón arde solo de pensar en eso. Negrura, soledad, silencio, paz y a tan solo un latido de distancia. No considero mi estado mental como una visión pesimista del mundo, lo considero el mundo mismo. La evolución no puede evitar traer la vida inteligente, finalmente el entendimiento de una cosa y una cosa sobre todas, y tal cosa es la futilidad.
(…)
Si la gente puede ver el mundo como lo que es en realidad, ver sus vidas como lo que son realmente, sin sueños ni ilusiones, no creo que puedan ofrecer la primera razón por la que no deberían elegir morir tan pronto como sea posible. No creo en Dios. Puede entender eso? Mire a su alrededor hombre. No se da cuenta? El clamor y el estruendo de aquellos en tormento debe ser el sonido más placentero a sus oídos. Y detesto estas discusiones. El argumento de la villa atea cuya solitaria pasión para el odiar interminablemente, por lo que niega la existencia en primer lugar.
(...)
Tu hermandad es una hermandad de dolor y nada más. Y si ese dolor fuera colectivo en vez de meramente reiterativo su mero peso arrancaría el mundo de los muros del universo y lo enviaría quebrándose y ardiendo hacia lo que quiera que la noche aún fuera capaz de engendrar hasta que no fuera mas que ceniza. Y fraternidad.
¿Justicia? ¿Vida eterna? ¡Por el amor de dios, hombre! Enséñame una religión que le prepare a uno para la nada, para morir. Esa sería una iglesia a la que sí querría unirme. La tuya sólo prepara para más vida. Para sueños, ilusiones y mentiras. Quita el miedo a la muerte de los corazones de los hombres y no aguantarán ni un día. ¿Quién querría esta pesadilla si no fuera por miedo a lo que haya después?
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La sombra del hacha pende sobre cada alegría. Cada camino acaba en muerte, cada amistad, cada amor. Tormento, pérdida, traición, dolor, sufrimiento, vejez, indignidad, enfermedades largas y espantosas... y todo ello con una única conclusión.
Para usted, para cada uno y para todas los cosas que ha elegido como importante. Esa es la verdadera fraternidad. Y cada quien es miembro de por vida. Dice que mi hermano es mi salvación. Mi salvación? Bien, pues maldito él. Maldito él en cada imagen, modo y forma. Me veo a mismo en él? Si. Y lo que veo me enferma.