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Neathara rating:
10
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- es
November 20, 2008
239 of 330 users found this review helpful
1) Tratad esta película como a un material muy delicado. Para empezar, nunca la veáis a la luz del día. Contempladla desde la oscuridad, a partir de la medianoche, con la precaución con la que espiaríais el rostro de un vampiro dormido. Porque al igual que para un vampiro, el sol es pernicioso para "La noche del cazador". En su naturaleza de pesadilla, no sobreviviría a la luz de la razón, como no sobreviven los terrores nocturnos a la confrontación del amanecer.
2) Pero hay otra cosa más importante. No la veais sin recordar los tiempos en que el mundo os parecía un lugar grotesco, terrible, misterioso. Un lugar en que las sombras eran demonios y los adultos eran gigantes y las palabras eran conjuros y los bosques, reinos perdidos y los ríos, sangre de ondinas. Si no tenéis tal capacidad, no vale la pena que perdáis el tiempo con "La noche del cazador".
3) Y el último, también importantísimo. No intenteis verla como una parte indispensable para completar vuestro currículum cinéfilo. Ni porque se os haya dicho que es una obra maestra. Ni para pasar un rato de terror. Ni para llenar la aburrida sucesión de horas de una tarde de domingo. Esto es un error garrafal.
Si hacéis caso de todo esto, quizás descubrireis una puerta que muchos a día de hoy, han pasado por alto al ver esta película. Y que conduce a un reducto muy oscuro y olvidado, en la parte más recóndita de la memoria del alma; un instinto más antiguo que el hombre que nos advierte de que el mundo todavía es un lugar del que hay que tener miedo.
"Los cuentos de hadas no le proporcionan al niño su primera intuición de la existencia de los espectros. Lo que le proporcionan por vez primera es la intuición clara de que es posible derrotarlos" (Chesterton, "El ángel rojo")
2) Pero hay otra cosa más importante. No la veais sin recordar los tiempos en que el mundo os parecía un lugar grotesco, terrible, misterioso. Un lugar en que las sombras eran demonios y los adultos eran gigantes y las palabras eran conjuros y los bosques, reinos perdidos y los ríos, sangre de ondinas. Si no tenéis tal capacidad, no vale la pena que perdáis el tiempo con "La noche del cazador".
3) Y el último, también importantísimo. No intenteis verla como una parte indispensable para completar vuestro currículum cinéfilo. Ni porque se os haya dicho que es una obra maestra. Ni para pasar un rato de terror. Ni para llenar la aburrida sucesión de horas de una tarde de domingo. Esto es un error garrafal.
Si hacéis caso de todo esto, quizás descubrireis una puerta que muchos a día de hoy, han pasado por alto al ver esta película. Y que conduce a un reducto muy oscuro y olvidado, en la parte más recóndita de la memoria del alma; un instinto más antiguo que el hombre que nos advierte de que el mundo todavía es un lugar del que hay que tener miedo.
"Los cuentos de hadas no le proporcionan al niño su primera intuición de la existencia de los espectros. Lo que le proporcionan por vez primera es la intuición clara de que es posible derrotarlos" (Chesterton, "El ángel rojo")