Empiezo la crítica con un aviso: ya sé que la puntuación que le he dado es exagerada, pero como en tantas otras ocasiones en esta web, alguien tiene que subir esas notas mediocres de otras personas...

No es una serie como otra cualquiera para niños pequeños. No son solamente aventuras, colores llamativos y personajes fácilmente reconocibles en la vida diaria. No repiten hasta la saciedad el camino para llegar al pozo, cruzando el puente, rodeando la piedra y demás palabrería con sello de Dora la Exploradora. Porque estos peques en pañales sí que son exploradores de verdad. Solamente es necesario ver la introducción: ese Tommy que se tambalea en busca de su biberón; los gemelos Phil y Lilly haciendo de las suyas; Chuckie, ese amigo mayor que no termina de comprender lo que supone ser mayor y... Angellica, esa niña hecha maldad, que ya quisiera para sí el mismísimo Darth Vader...

La serie es indispensable para los niños, especialmente para los de hoy en día. Los que crecimos en los 80 sabemos que se puede comer arena e incluso plasti sin que te pase nada. Sabemos que poner cara de niña buena no siempre suele funcionar cuando hemos hecho alguna trastada. Sabemos que Tommy es ese amigo que todo el patio de recreo siempre ha querido tener, para animarnos, para compartir sus galletas, para meternos en los líos más inesperados... Y, ¿por qué no decirlo? En algún momento, todos hemos sido Chuckie, ese miedo a lo desconocido, no encontrar el lugar en el mundo ni en el parque (por cierto, añado a mi lista de profesionales psicópatas la de constructor de parques de interior para bebés presidiarios, solamente les hace falta una camisa de rayas)... ¡Y Susie! Ese primer amor de jardín de infancia, que nos defiende frente a los mandatos de algún que otro niño hijo único malcriado... ¿Y qué me decís de los padres? La neurótica que no se separa del teléfono, el inventor de juguetes, la que parece más macho que su marido, el tímido... ¡Y el abuelo! El que, con sus siestas, siempre permite que nuestros amigos hagan de las suyas.

Sí, yo crecí viendo esta serie y la recomiendo. No solamente a niños, sino también a adultos. Porque, de vez en cuando, reencontrarnos con el niño que fuimos es algo necesario.