Posiblemente la idea de arranque de esta película ha sido una de las que más me ha impactado en los últimos tiempos. La idiocia del fan(ático) por sentir que está vivo gracias o a través de la enfermedad de su ídolo, es una idea grotesca, sucia, enfermiza y genial. Cuando vemos a ese vendedor exhibiendo las cualidades del nuevo herpes de no sé quién, o el nuevo resfriado del ídolo teen del momento, sólo estaba pensando, ¡qué genialidad! Porque, puestos a analizar ese fenómeno mejor hacerlo desde lo extremo y sórdido, desde el ridículo y la caricatura. También me resultó interesante ese mercado negro, los bajos fondos de la enfermedad, las mafias que trafican con lo que sea, simplemente para ser más ricos y poderosos. Dos supuraciones de este sistema ultracapitalista enfermo.
Pero a pesar de que la idea de partida es genial, que la ambientación está cuidadísima, la película, como lógica ópera prima, tiene demasiados altibajos y es bastante irregular, pero sin duda es una muestra del potencial del director.
Lo mejor: la idea central.
Lo peor: irregular.
La escena: el comienzo de la película te deja con la boca abierta.