Es una película familiar que intenta combinar elementos de comedia y drama, pero desafortunadamente no logra hacerlo de manera efectiva. La trama gira en torno a un grupo de bomberos de élite que se ven obligados a cuidar de tres traviesos hermanos después de rescatarlos de un incendio. A medida que intentan navegar por la responsabilidad de cuidar a los niños y resolver sus propios conflictos internos, la película no logra mantener un equilibrio adecuado entre los momentos cómicos y emocionales.

El guion carece de originalidad y se basa en estereotipos y clichés que ya hemos visto en numerosas películas de este género. Los chistes caen en lo predecible y algunos llegan incluso a ser forzados, lo que hace difícil generar una risa genuina. Además, los intentos de añadir momentos emotivos se sienten artificiales y poco convincentes, sin lograr realmente conmover al espectador.

El elenco hace lo mejor que puede con el material que se les ha dado, pero incluso actores talentosos como John Cena y Keegan-Michael Key no logran salvar la película. Sus interpretaciones son decentes, pero no cuentan con suficiente material sólido para destacar.

En cuanto a la dirección, la película carece de una visión clara y coherente. La edición es también irregular y en algunos momentos la trama se siente desconectada. La cinematografía tampoco destaca, con escenas que parecen genéricas y sin creatividad.

Su falta de originalidad, chistes poco efectivos y momentos emocionales poco convincentes la convierten en una experiencia insatisfactoria.