Hay quien mantiene que Sofía Coppola es un nuevo genio en esto del cine, a veces el ser hijo de alguien muy importante resulta un lastre evidente, las inevitables comparaciones surgen, y claro, es muy complicado que el retoño supere al patriarca. Otras veces debe suponer una ventaja, es como si de principio estuviéramos dispuestos a perdonarle todos los fallos, a destacar los aciertos y a sobrevalorarlo con cierta alevosía. Cuando uno está ante la obra de un genio y no la encuentra precisamente acertada, a uno se le queda una cara de tonto que no la puede remediar, porque claro partimos de dos premisas equivocadas, primeramente al calificarla como genio y en segundo lugar pensar que los genios no pueden nunca meter la pata.
No creo que a fecha de hoy la Coppola sea un genio, si hemos de juzgarla por esta obra anda bastante lejos de lograrlo, me gusto Lost in Traslation y no esta mal su opera prima Las vírgenes suicidas. Sin embargo aquí creo que patina de forma notable, primero en el tratamiento histórico del personaje, destacando de forma evidente solo su parte frívola o mundana, después en la forma de narrar la película, nunca consigue enganchar, nunca alcanza cotas de interés y tenia material sobrado para conseguirlo, por si esto fuera poco nos coloca unas canciones en varias partes de la cinta que no pegan ni con la mejor cola, no daba crédito cuando las escuchaba, en que estaría pensando esa muchacha cuando decidió colocar ahí eso, quizás se creyó lo de que era un aprendiz de genio.
De salvar algo, lo único posible seria Kirsten Dunst, actriz muy bella y dúctil, que además realiza una meritoria interpretación, el vestuario y la ambientación al parecer también están a un muy buen nivel, pero lo que es lo esencial, la historia y la forma en que se desarrolla deja mucho que desear.