Que bonito y gratificante resulta, a pesar de sus defectos, volver a visionar esta película, si después de haberla subestimado, uno ha visto las infumables adaptaciones ulteriores "modernas", tanto en imagen real como en penosos dibujos "desanimados"

El mismo De Mille en su habitual rol de versionador, loco romántico del Sagrado Texto, customizando la biblia y haciendo hermoso arte impostor, tal como puede hacerlo "El Bosco" retratando a Cristo con los "Sayones", nos presenta, de nuevo otro pasaje de lo que casi es su libro de cabezera.

Grandes actores, (sí, incluyendo a un Victor Mature sin esteroides, y por tanto suficientemente realista, y una estupenda morenaza llamada Hedy Lamarr, para una Dalila traída en plan "¿Por qué no"? que hace las delicias de un público masculino arrobado y uno femenino comprensivo.

De Mille, como es costumbre en él, tiene la capacidad de introducir en medio de la solemnidad bíblica, sorpresas agradables en forma de socarrones y sarcásticos diálogos (impagable George Sanders) que convierte a los malos en simpáticos paganos, frente a los aburridos meapilas, algunos de los cuales parecen "viejos prematuros": Un Niñato con onda de pastor, bajo las facciones de Russ Tamblyn, y sobre todo la insoportable Olive Deering en forma de resignada amante casta, a la que solo falta meterse en alcobas, para interrumpir lo mejor de un polvo, con sermoncitos de servicio social al pueblo, y mohines de llorona. (Siempre es interesante pensar en lo que sucedería si esto ocurriera realmente. No sería tan raro en un director en cuyas películas rara vez faltaba alguna referencia al sexo. En este caso sería para inducir en el espectador la agradable imagen de la pelmaza asesinada)

Quitando de insignificantes pormenores, en definitiva, un film a disfrutar en familia, con el agrado del coleccionista de arte, demostrándose así hasta que punto la mera evasión puede estar bien o mal hecha. En este caso con casi sobresaliente.