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Talamasca rating:
8
Documentary Claude Lanzmann directed this 9 1/2 hour documentary of the Holocaust without using a single frame of archive footage. He interviews survivors, witnesses, and ex-Nazis (whom he had to film secretly since though only agreed to be interviewed by audio). His style of interviewing by asking for the most minute details is effective at adding up these details to give a horrifying portrait of the events of Nazi genocide. He also shows, or ... [+]
Language of the review:
  • es
March 13, 2016
6 of 7 users found this review helpful
La historia comienza, obviamente, por el principio, por Chelmno, por el primer campo destinado exclusivamente al exterminio. Y no lo hace apoyándose en los materiales de archivo, en las masas de cuerpos apilados o en los huesos perfilados sobre piel transparente. La voz de un antiguo prisionero, los bosques de Polonia y un río tranquilo, casi candidato a protagonista de postal o a paseo romántico bajo la luz de la luna, contrastan con los restos del esqueleto del antiguo campamento: marcas de cicatrices sobre la suavidad del césped, el auténtico rostro con viruelas del horror.

Esas ruinas que hunden sus cimientos en medio del verdor son, en cierto sentido, metáfora perfecta de los testimonios utilizados por Lanzmann en base a los recuerdos de sus entrevistados. Pese a que sus protagonistas puedan haber creado una selva que intenta devorarlos, exiliarlos del pensamiento consciente, éstos siguen ahí, sus raíces son demasiado profundas para ser obviadas, su grisura contrasta demasiado con el resto del paisaje. Esta persistencia de la memoria es la que el cineasta francés se esfuerza en mantener, desde su postura de fiscal inflexible, como norma de obligado cumplimiento. Lanzmann no permite el olvido, señala a los que miraron hacia otro lado, no hace amigos. En una entrevista con Pawel Pawlikowsky a propósito de Ida, el director polaco torció el rostro al mencionarle Shoah: “No todos los polacos fueron iguales”… “En efecto, las víctimas no fueron iguales”, imaginé que le hubiera contestado Lanzmann. Su afirmación de que la película debía ser vista sin pausas ni interrupciones es, al mismo tiempo, una fórmula de compromiso con la tragedia narrada y una condena por omisión. Tómenla o déjenla, en cualquier caso no serán la misma persona tras cumplirla.

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Talamasca
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