“Yo, Robot” es una cinta concebida a modo de “blockbuster”, por lo que nos encontramos, pues, ante un producto muy comercial al más puro estilo norteamericano. Posee, si no todas, muchas de las características de este tipo de producciones, lo cual resultará positivo o negativo en función del tipo de consumidor que se enfrente a su visionado. En mi caso, le resta puntos.

Encuentro a su favor algunas cualidades positivas (las que me hacen puntuarla con un 5), a saber:

- Está construida sobre un guión sólido e interesante, deudor de la genialidad del señor Asimov.

- Buenos efectos especiales y de sonido, si bien esto es lo habitual en este tipo de cine, hasta tal punto que, en muchos casos, representa el principal –e incluso, a veces, el único– reclamo para con la taquilla.

- Me gusta la estética, en concreto, el diseño de los robots.

- El ritmo es ágil, lo que unido a las grandes dosis de acción de las que hace alarde la película, la convierte en un producto de lo más entretenido.

Poco más ofrece “Yo, Robot”: situaciones inverosímiles a la mayor gloria del héroe, insoportables momentos pretendidamente chistosos (vamos, las típicas bromitas insertadas en el instante en el que la vida de los protagonistas corre peligro y que hacen que gran parte de la sala se desternille mientras que a muchos otros se nos revuelven los higadillos), escenas sensibleras (aunque, en este caso, tampoco es que se abuse de ellas, lo cual es de agradecer), etc.

Al menos, por una vez, el detective no está superando la muerte de su mujer y su hija en un accidente, ni un pasado de alcoholismo, ni un reciente divorcio y, además, en ningún momento dice lo de “tengo mis derechos, soy ciudadano norteamericano”. Algo es algo.