Me acerqué a Blonde con la curiosidad propia de haber leído muchos titulares sobre lo explícito de la película, sobre lo virales que se van a hacer ciertas escenas, sobre el trabajo excelente de Ana de Armas. Y posiblemente todo eso es verdad. Pero Blonde no es para nada la película que yo esperaba.

Se trata de un relato inconexo, sin apenas argumento, un viaje entre fotografías cuya capacidad de impactar se basa, simplemente, en crear escenas violentas o de alto contenido sexual que creen una sensación en el espectador. En mi caso, sinceramente, esa sensación no ha sido agradable.

Ni el desarrollo de la película (al no seguir una trama, no había un conflicto que resolver) ni la cinematografía invita a continuar con el visionado de Blonde. Para colmo (se supone que teníamos que venir avisados), la película ni siquiera es un trabajo biográfico, sino que parte de una novela ficcionada basada en Marilyn Monroe, por lo que muchas de esas escenas desagradables jamás pasaron en la vida real.

No hablo del trabajo de montaje, de la fotografía, la dificultad de adaptar el guion, etc, porque no soy experto. Pero como espectador, no recomendaría esta película.