Dos simpáticos, menudos y agradables ancianos secuestran a una mujer a punto de dar a luz en un intento de que el niño que va a llegar sea la reencarnación de su nieto, fallecido recientemente. Para ello se unen a una secta satánica, que invocará a Satán para conseguir tal fin. Pero claro, todo acto tiene sus consecuencias...

A ratos distraída, a ratos tediosa, la cinta no acaba por decantarse ni hacia el terror ni hacia la comedia negra; así deambula su metraje hasta llegar a la conclusión más previsible de todas: Satanás siempre pide algo a cambio de algo; nada en este mundo (ni en el otro) es gratis.

Me ha agradado mucho la interpretación de esos dos ancianos, todo amor y dulzura... pero determinados a conseguir su fin cueste lo que cueste. Su forma de hacer, su forma de hablar, de tratar a las personas con toda la amabilidad del mundo, se hace entrañable. Especialmente él, que sigue ejerciendo de médico a pesar de que podría haberse ya jubilado diez veces. Y ahí sigue...

En fin, la idea podría haber dado para mucho más, pero se queda en lo superficial y complaciente... y un poquillo de sangre fresca para contentar al patio de audiencia. Lástima.