Quien haya leído el libro sabrá que los Starship Trooper eran una máquinas de guerra con autoconsciencia, que los civiles eran pusilánimes que no comprendían el valor de ser ciudadano y que, cuando alcanzaban cierta claridad de mente, se unían al ejército para proteger a la humanidad. Lo mismo que dicen los personajes militares de la película.
Pero, si dicen eso, ¿por qué queda la sensación de que estamos viendo una crítica al fascismo y al uso absurdo de la fuerza? Porque, sin modificar ni un ápice el guión del libro, Paul Verhoeven revuelve actuaciones ligeramente histriónicas con épica bélica para contarnos dos historias: los soldados que luchan en la guerra, con todas sus vicisitudes, y la estupidez del militarismo. Todo ello, mezclado con unos efectos especiales un poco flojos para su época pero que, extrañamente, no han envejecido ya que no son lo importante. Es un genio.
Quizá los últimos 20 minutos de metraje cambien el enfoque pero, sin modificar el libro, era imposible otra conclusión.