Curioso análisis sobre respuesta circunstancial o, dicho de otro modo, sobre cuándo la bestia que llevamos dentro, decide salir a darse una vuelta por ahí, según que nivel de avasallamiento estemos dispuestos a tolerar.

Garrone nos presenta esto en forma de cuento (que se antoja corto porque no le sobra nada), sórdido por propia naturaleza, en un escenario neorrealista cuasi-teatral, que se adapta perfectamente a la metáfora naturalista del «límite» en el que se coloca la existencia (física y personal) de unos personajes tan distópicos como posibles.

En efecto, el tema ya ha sido tratado en otras ocasiones en el cine, que nos trae a la memoria su (quizá) ejemplo más «gráfico»: el Straw Dogs peckinpaniano, mucho más barroco y explícito en sus planteamientos, frente a la «austeridad» de la obra del italiano.

En resumen: interesante hasta su (quizá demasiado abrupto) final.