Supe de la existencia de esta película a partir de la lista del género Slasher de Filmaffinity, pues es un género que me gusta mucho. Pero después de verla, te quedas pensando "¿quién decidió que esto era un slasher?". Porque frente a La noche de Halloween, Pesadilla en Elm Street o La matanza de Texas, ¿qué tiene ésta en común, con dos muertes en casi dos horas, y una de ellas fuera de plano? Este dato podría considerarse spoiler, pero cualquiera que la empiece a ver ya puede sospechar que la coas va a ser muy suave.

¿Y el terror? ¿Dónde está el terror? Un niño mimado que cuando no consigue lo que quiere se enfada consigo mismo, y que cuando no tiene por donde salir actúa como si fuese un niño de seis años... Uy, cuidado, que me asusto... En serio, si alguien ha pasado miedo viendo esta película, por favor que no vea cualquier otra película de terror, porque lo va a pasar muy mal.

Las actuaciones son entre normalitas y pésimas. Me quedó grabado cuando la chica dice "no" girando la cabeza como una loca y sin venir a cuento; le da un nuevo significado al verbo "sobreactuar".

Lo único que ha quedado para la posteridad es la canción principal (y repetida frecuentemente a lo largo de la película), gracias a Tarantino. Pero realmente, aparte de algún plano y puesta en escena tan de los '60 (y que en otras películas como Repulsión dan tan buen resultado), es lo único salvable de este esperpento. Tal vez en 1968 el síndrome de Down era algo más bien desconocido, habría escenas en esta película que causarían inquietud a algunas almas pueriles, o el visionado de un par de gotas de sangre justificarían llamar slasher a cualquier película, pero a día de hoy el mundo ha avanzado mucho y cualquiera que busque alguna sensación fuerte se llevará una gran decepción con "Nervios rotos"