Creo que lo que todavía perdura de la chispa de Pixar es su capacidad de desarrollar mundos impresionantes. Es que lo que hace verdaderamente especial esta película es ver como es una ciudad donde viven seres formados por los típico 4 elementos (agua, viento, tierra y fuego) y que no se generen problemas entre ellos. Transmitiendo sensaciones similares a lo que vimos en Zootrópolis ya que aquí lograban congeniar poblaciones muy diferentes de animales.
Como ya vimos en películas previas del estudio han cogido una historia clásica y cambian ciertas piezas que conforman la trama para ver como se vería en ese nuevo contexto. El ejemplo que siempre viene a la mente es el de “Bichos” y “Los siete samuráis”. Aquí el argumento se basa en el típico romance de dos personas que pertenecen a dos mundos totalmente diferentes y los conflictos que eso genera (diferentes costumbres, aceptación de parte de los padres…) pero con elementos.

En conclusión, la historia se siente repetitiva ya que este romance lo hemos visto cientos de veces pero gracias a este nuevo universo donde se desarrolla no te importa revisitarlo. Parece que el meme de que Pixar gran parte de sus películas se basan en “añade aquí” (juguetes, monstruos, robots, almas, coches, peces, los propios sentimientos…) y darle sentimientos continúa. Que será lo siguiente.