Dentro del ciclo que la Seminci ha organizado este año sobre el cine Islandés he podido disfrutar de una cinta pequeña pero con buenas intenciones. Es el segundo largometraje de Hafsteinn Gunnar Sigurðsson, el cual obtuvo el premio a la mejor película en el Festival de cine de Turín.

Finnbogi y Alfred son dos empleados de la red de carreteras del estado en Islandia que han decidido pasar el verano trabajando en dichas carreteras en la zona norte del país. La película se desarrolla en un escenario casi apocalíptico, en las colinas estériles de una tierra en gran parte desprovista de la población.

Es un viaje de descubrimiento entre estos dos personajes, uno ya con bastante experiencia y el otro joven, que se nota que está empezando el trabajo y que ha sido seleccionado como favor por parte del veterano ya que este es el novio de la hermana del personaje más joven. Entre ellos va surgiendo una amistad muy fuerte y nos van contando sus miedos y sus inquietudes.

El director nos muestra una puesta en escena desprovista de particulares artificios estéticos, utiliza unos primeros planos muy bien elaborados. Los diálogos están llenos de entusiasmo y le dan al juego un ritmo cada vez más frenético. Pero aparte de esos diálogos lo que más destaca son los silencios que se van produciendo entre una escena y otra.

El árido paisaje de esas montañas al norte de Islandia es otro personaje más dentro de esta historia. Es una película pequeña pero con un gran mensaje. Recomendable.

Lo mejor: La amistad que se va formando entre los personajes
Lo peor: Su parte final