Posibles respuestas:
a) "Una pena que no fueran sus hijos."
b) "No dudo de que usted lo haría mejor."
c) Patada en los...
d) Todas las anteriores juntas.

Y es que muy pocas películas tienen el don de hacerte sufrir tanto como sus personajes. Ésta es una de ellas. Por momentos dan ganas de volverse bidimensional para entrar en la pantalla y repartir un poco de leña, sólo por quedarse más a gusto.

Kubrick, que roza la perfección técnica -si no la supera- en escenas como los paseos por las trincheras o la del consejo de guerra, nos regala noventa minutazos de cine antibélico basado en unas conversaciones que acaban formando un relato de ritmo frenético y un fondo casi inabarcable.

"A veces siento vergüenza de la raza humana", afirma un Kirk Douglas en estado de gracia. "Y con razón", pienso yo al comprobar que el cinismo que dibuja Kubrick en algunos personajes va implícito en la mayoría de los seres humanos. Ese cinismo y esa estupidez que emana del fiscal cuando escupe sandeces sobre el honor y la patria, viniendo a decir algo así como que la libertad es un delito.

Menuda mierda de mundo.