La película se salva por los pelos, y si lo hace, es por los pelos de Johnny Depp. Se aguanta por eso, y nada más. Si quereis ver una buena recreación del libertinaje, mirad el Casanova de Fellini, cuya opción estética sí que es adecuada. Estas historias, a mi entender, exigen una forma que sea coherente con el contenido, y en este caso creo que no lo es. Se limita a narrar la vida del libertino más desde lo que dice que desde lo que hace. De ningún modo es pornográfica; y si lo intenta, lo único que consigue es un erotismo light muy a la americana (y eso que Dunmore es inglés) que no impresiona a nadie. Además, los detalles históricos se obvian en la película de tal forma, que parece que todo el mundo se hubiera leído los entresijos de Carlos II y su corte de supuestos sodomitas. Los diálogos sí son buenos, las reflexiones también, y la actuación de Depp, simplemente extraordinaria. Para saber más sobre John Wilmot -perdonen mi ignorancia- tuve que recurrir a la Wikipedia, y con su lectura no hice más que confirmar mis sopechas: la película es débil, le falta garra. Y a Wilmot le sobraba.