Como con todas las secuelas que suelen pasar de los diez años, pasa lo mismo, se ve con otros ojos, el recuerdo se antepone a la realidad percibida, es como el adulto que se come una piruleta a los diez años, no es qué le guste la piruleta en sí, es el recuerdo de aquellos años lo qué le fascina, pues aquí pasa lo mismo.

Uno se alegra de la vuelta de uno de los muñecos más acojonantes de la historia del cine, que habrá conseguido qué miles, mejor dicho, millones de personas sueñen con él, pero no dulces sueños, sino pesadillas, pero en contraposición nos encontramos que la película en sí, no deja de ser un film de serie B de terror, con un argumento demasiado sencillo, lleno de agujeros, con más fallos que un preescolar en un examen de lengua, con un lenguaje soez, unos diálogos deprimentes y por supuesto, salsa de tomate, mucha salsa de tomate por si queremos mojar las patatas.

En fin, nada más que añadir a lo dicho, la película no es nada del otro mundo, es más bien regularcilla tirando para mala, pero los amantes del personajillo pelirrojo, seguramente la agradecerán.