Ésta crítica debe comenzar así, aquí veremos los hechos que condujeron a Carlos Eduardo Robledo Puch a vivir una mierda de vida el resto de su vida.

Un chaval de familia acomodada y sin problemas de ninguna índole, de buenas a primeras y sin que medie un motivo importante se dedica a robar, sí, a robar todo y a todos los que se le pongan por delante. Con una presencia angelical que confundiría hasta al más vivo, se pasea de allá para acá cometiendo delitos variados.

Para colmo de males, conoce a un colega que también le va la salsa y forman un dúo tan peligroso como el de los famosos Bonnie and Clyde versión argentina. Lo que comenzó como una gamberrada, va tomando cuerpo y más aún cuanto las armas cobran protagonismo. De ahí en adelante la vida humana deja de tener valor y el dedo en el gatillo se vuelve cada vez más común y rápido.

La forma de presentar la historia no es para tirar cohetes, pero no está tampoco mal. Quizás por momentos te confunden escenas que no sabes si le dan más importancia a la posible homosexualidad de los protagonistas o a los hechos que ocurrieron hace más de cuarenta años.

A día de hoy y como información extra, decir que Carlos Puch tiene el récord de mayor tiempo encerrado en prisión en Argentina, más de cuatro décadas y las que le quedan. Y recordemos, todo lo hizo con 20 años.