Recuerdo perfectamente esta película cuando la vi por primera vez un sábado a mediodía después de almorzar con la familia y dedicarnos a disfrutar de la película de turno. Yo era muy pequeño pero a mi madre que siempre me ha inculcado el amor por la música, me hablaba mucho de Elvis y la influencia que tuvo en dicho mundo después de su muerte.

Lo cierto es que la historia es muy simple y predecible, pero muy muy muy entretenida. Se pasa un rato agradable conociendo los entresijos de el día a día en una feria y lo complicado que es mantenerla económicamente hablando. Mucho personal y dependes en todo momento de una asistencia regular para cubrir gastos y obtener beneficios. Si en medios le metes a un chaval muy atractivo para las féminas, que mantiene impoluta su estampa y su peinado, y que cuando abre la boca para cantar, lo hace como los ángeles. Tenemos un éxito asegurado.

Personalmente no me ha agradado mucho el corte del personaje del Elvis, un chaval violento, orgulloso, prepotente y vanidoso. Un contraste total con la joven y modosita Joan Freeman, quien pone el equilibrio en dicha pareja. Por otro lado es de agradecer siempre ver a la actriz que popularizó el término femme fatale en el cine negro, una Barbara Stanwyck, que a pesar de no contar con un excesivo protagonismo, se hace notar como siempre. Tampoco me gustan las historias con muchas canciones, no soy amante de los musicales y aquí se agradece que a pesar de buscar el protagonismo de su estrella, no nos han presentado un concierto de hora y media.