En su tercera película, el director danés Martin Zandvliet se acerca a un doloroso tema poco conocido en el resto del mundo, como son las historias de posguerra locales, donde el ver hacia dentro es difícil y complicado, en ‘Under sandet’, película que consiguió una nominación a mejor película en lengua extranjera en los premios Oscar.

Tras haber terminado la ocupación alemana después de cinco años durante la Segunda Guerra Mundial, el ejército de Dinamarca hace uso de jóvenes prisioneros de guerra alemanes con el fin de limpiar las playas danesas de las miles de minas instaladas por los nazis en la ocupación.

El duro sargento Carl Rasmussen (Roland Møller), es quien está a cargo de una cuadrilla de jóvenes que han quedado atrapados en un país ajeno, añorando la casa y familia ahora tan lejana, donde deben trabajar bajo condiciones inhumanas y siempre ante el latente peligro de que una mina le explote en sus manos.

La película narra de manera muy convencional las labores de los jóvenes alemanes en las playas, buscando y desactivando las minas ante la natural tensión de dichos momentos, mostrando también las penurias y dificultades que deben sobrellevar ante el sometimiento presidido por el temible sargento Rasmussen.

Y es en este personaje donde se refleja el sentir de la sociedad danesa, un personaje lleno de odio y con deseos de revancha que no tiene la más mínima consideración por los jóvenes, lo mismo en el personaje de la madre de familia que tiene mucha menos presencia en pantalla, y que es diseñado como un tipo malo-malo, unidimensional en un inicio, que va desarrollándose conforme va avanzando la historia.

‘Bajo la arena’ es una película que logra ser efectiva a pesar de su poco arriesgada narrativa, de su abuso de los estereotipos y lugares comunes y su tibio desenlace, pero debiendo resaltar que es del tipo de historias que deben ser contadas y difundidas.


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