Los justicieros, los protectores, los vengadores de la injusticia de la sociedad, constituyen un tema muy manido dentro del género de acción. El sistema actual es claramente imperfecto, como lo es la democracia. A la ley se le escapan siempre tramposos y delincuentes sin escrúpulos y los mecanismos de defensa, aunque funcionen, no pueden contener todas las argucias de los malos, especialmente si cuentan con organizaciones poderosas que con gran capital lo pueden comprar casi todo.
The BeeKeeper es la nueva película de Jason Statham, uno de los abonados particulares al igual que Keanu Reeves, Lian Neeson o el propio Denzel Washington, populares actores actuales que siguen el camino de otros ya muy veteranos como Schwarzenegger o Stallone. Todos ellos en diversas películas o sagas han creado personajes cortados por el mismo patrón como ejecutores de la justicia “divina” ante la injusticia de este mundo.

El film que apela al concepto de la colmena como hábitat relacionado a la humanidad. La desaparición de las abejas supondría la desaparición inexorable de la vida como la conocemos. Por tanto la colmena - humanidad - debe de ser protegida y los Beekeepers son ese grupo de protectores que forman parte de un programa secreto norteamericano que tienen ese cometido.
El inicio es loable porque apela a la empatía con los desvalidos, en este caso una mujer mayor de gran ternura hacia el protagonista, que es arrasada por un acto de phishing sin escrúpulos y que pone de manifiesto hasta dónde puede llegar la maldad del hombre para satisfacer sus caprichos y además hacerlo como objeto de diversión.
El resto es el consabido “héroe” indestructible que utilizará la venganza empática con el espectador para reproducir un guion repetido hasta la saciedad en numerosas sagas anteriores; en el que Statham despliega la mayor parte de sus recursos como protagonista tipo de acción de todas sus películas y también para mostrar su habitual hieratismo con la cámara. El desarrollo con múltiples peleas y violencia a raudales está bien hecho y cumple su objetivo de mantener la atención. Los villanos dan la talla del estereotipo de seres detestables, en especial el “niñato” caprichoso que dirige la organización estafadora y de Jeremy Irons como secundario destacado para justificar la corrupción del sistema.
El desarrollo final en el que la venganza necesaria para proteger la colmena y acabar con los corruptos y malvados, apelando a nuestros instintos básicos de supervivencia, implicándonos como espectadores en el dilema falso de si esto debe de estar por encima de la ley; es un artificio. Funcionará siempre como mecanismo de defensa del ser humano cuando se ve en peligro y es el fundamento de esta película y de todas las sagas anteriormente citadas. Por eso se repite una y otra vez el esquema que parece que económicamente va a ser también rentable, con este inicio de nueva saga que competirá con las actuales John Wick o Equalizer. Tendremos más, no lo duden.