Pero ni de lejos. Ciertamente, cuando vi el trailer por televisión me llamó la atención por su riqueza visual de aires góticos. Luego al descubrir que la protagonista era Mia Wasikowska me decepcioné un poco. Es una actriz que me deja más bien indiferente aunque reconozco que me gustó en "Albert Nobbs" (2011) porque hacía de criadita bastante boba, con su uniforme correspondiente, faltaría más. En "La cumbre escarlata" tampoco está fea, incluso hay momentos en el que se la ve más o menos atractiva, por ejemplo, cuando lleva las gafas o cuando asiste de gala a ese baile que termina con un vals. La culpa es de la moda de todo este periodo, 1868-1923, que es muy favorecedora, si bien ésta en concreto, mediados de la década de 1890, estamos en 1897 según vemos en una carta, es una de las peores, por las mangas abullonadas, que no me gustan.

Pero vayamos a lo importante, que es la película en sí, que guarda cierta similitud con "Rebeca" (1940), "Luz que agoniza" (1944), "Encadenados" (1946) o "Drácula" (1992). Parece terror, un cuento de fantasmas, pero en realidad funciona mejor como suspense y drama amoroso. En cualquier caso no termina de convencerme por la sencillez de la trama, lo evidente de su misterio y lo prosaico de su moraleja, que es completamente anti-romántica. También por algunos giros o diálogos que nos resumen muy bien los usuarios Memorius y NicoBot. Yo a los pocos minutos lancé una hipótesis, que la solución sería la más "progre" posible, como efectivamente es. Como conclusión, "La cumbre escarlata" tiene un atractivo diseño artístico y una atmósfera particular del XIX pero falla en su contenido más elemental: ni asusta, ni intriga, ni emociona. Es mejorable.