Comedia ocurrente que no llega a ser de enredos sino, más bien, una especie de Road Movie. En ella el joven matrimonio Coplin y su bebé emprenden un curioso viaje acompañados por una psicóloga, en busca de los padres biológicos de él. Parece que el argumento no da para mucho juego y durante los primeros veinte minutos el espectador tiene la sensación de que no va a ser muy divertido. Afortunadamente, te equivocas. Porque David O. Russell, que no sólo dirige y si no que firma el guión, una vez que nuestros amigos echan a rodar, consigue encarrilar y hacer que funcione su "Flirteando con el desastre". Es cierto que lo que hacen es dar tumbos de un lado a otro pero aún así las situaciones y los diálogos consiguen arrancarte unas cuantas risas, gracias sobre todo a la amplia panoplia de secundarios extravagantes, que aún así, no están aprovechados del todo. Diría que lo intenta pero le faltan varios puntos para ser desternillante.

El trío protagonista lo forman Mel (Ben Stiller), su mujer, Nancy (Patricia Arquette) y la psicóloga Tina (Téa Leoni). La verdad es que tal como pintaban las cosas se hecha falta un mayor juego entre estos tres. El personaje de Tina es divertidísimo y la tensión, sexual o no, enredos y piques en los que podrían haber incurrido con Mel y Nancy en este periplo pudieran haber hecho de esta película algo bastante más gracioso. La opción de los secundarios, no obstante, resulta pero ese flirteo con el desastre que anticipa el título queda un poco manco y se resuelve de un modo rápido y abrupto. Eso si, la intriga se mantiene casi hasta el final, más por imaginación de un servidor que por pericia en el guión. Mientras tanto, a la bella Patricia Arquette le ha salido una buena competidora en la no menos guapa Téa Leoni. Gustos aparte, me inclino por la Arquette, que luce monísima con trenzas, gafas, sin maquillaje, una camiseta y un kilo de más. No le hace falta más.