... al ver que una patata como ésta es llevada a los altares cinematográficos. Si es que no sólo los productores se negaron durante años a financiar lo que es la adaptación de un cuento de Ryunosuke Akutagawa de 1915 sino que el reparto en pleno, en cuento tuvieron el guión, se fueron a comerse a Akira Kurosawa por obligarles a participar en esta delirante historia anclada en el Japón del siglo XII. Valga por delante que la estructura caleidoscópica en la que varios personajes nos narran la versión de un hecho, además si es violento como es en "Rashomon", un asesinato y una violación, resulta atractiva. Incluso durante unos veinte minutos, en cuanto nos olvidamos de las exageraciones del principio, "es terrible", "no lo entiendo" "es lo más extraño que he visto", te entra el gusanillo de saber qué pasó realmente en ese apartado lugar de un bosque.

Lo malo, y es muy malo, de la película es que es totalmente absurda en los relatos que nos brindan el ladrón, la mujer y el marido. Causo bochorno porque es evidente que con un mínimo de cerebro cada uno de ellos podría haber ideado una historia en la que quedar bien al mismo tiempo que se exoneraba de la culpa del crimen. Por poner un ejemplo... (SPOILER). Aquí no, son tan tontos que mienten para incriminarse sin motivo. Aunque también es cierto que el samurái, al ir a por las espadas así por las buenas con un tipo más que sospechoso, demuestra ser tan tonto que su necio proceder posterior queda hasta justificado. Por si fuera poco sale al final X como Deus ex machina para contarnos lo que realmente sucedió. ¿Entonces para qué disimulas si sabes lo que pasó? El remate llega con un final ultrapasteloso que convierte en realismo social a Marisol.