El Jack Nicholson que más me gusta no es el histrión, el de "Mejor imposible" para entendernos, sino el más sosegado, como el de "A propósito de Schmidt" o el de la película de Sean Penn, "El juramento". Un personaje que se aleja de los registros más pasados de rosca del actor y se mueve entre la sobriedad y la mesura. Un acierto.

Nicholson es Jerry Black, un veterano policia practicamente jubilado, que se ve en la obligación de encontrar al asesino de una niña por una promesa que hace a la madre de la pequeña. Lo que parece un caso más o menos fácil se va complicando hasta que Black acaba obsesionado de una forma enfermiza. Hasta cierto punto puedes comprender al personaje y, poco a poco, te das cuenta de que muchas veces tienes razones para creerle.

La película, firmada con sobriedad y firmeza, te introduce en los cauces de la cotidianidad de unos pocos pueblos rurales de Nevada, personas normales y corrientes, a las que Black se une cuando está jubilado, sin olvidar su viejo olfato de policia. Sin embargo, esta aparente tranquilidad amenaza con romperse cuando irrumpe un individuo que despierta las sospechas del poli.

Una película bien rodada, contada con su propio tempo. Penn acierta en el tono y en la forma. Y sus actores, el mencionado Nicholson y Robin Wright-Penn, hacen unas enormes aportaciones. También vemos caras conocidas como Benicio del Toro, Helen Mirren, Vanessa Redgrave, Aaron Eckhart, Mickey Rourke, Sam Shepard... que engrandecen esta película de policías y asesinatos en serie.

Buena película.