Gaspar Noé propone con Enter the void algo más que simple provocación vacía, eso seria imposible en el director argentino, pretende acercarse a sentimientos y sensaciones que el ya ha tratado en anteriores trabajos. Podría darse el caso de que esta película fuera una de las visiones mas puras y honestas de lo que significa ser humano, pero no es así por unos cuantos motivos que lastran el conjunto.
Probablemente podemos perdernos entre luces de neón y no captar lo artificial, pero de donde no se puede apartar la mirada durante las casi tres horas de película, es de lo artificioso, de lo innecesario para contar una historia.

Este es sin duda el obstáculo insalvable de una película hecha en teoría para hacer sentir, pero que expresa de una manera deficiente.
Entrar en una habitación para presenciar una escena y tardar minutos en meter la cámara en un fogón de cocina para salir de ella o marear con continuos travellings largos, demuestra un desapego por parte del director hacia el publico en general que como no, casi siempre acaba en loas y alabanzas en festivales y críticas. Porque básicamente saben quién es y se le permiten excesos.
Lo cierto es que en otros films ha logrado contar a la vez que creaba su estilo personal y dejaba su sello indeleble.. y escandalizaba también, dicho sea de paso. Aquí en cambio el señor Noé sabe adaptarse y conducir minimamente sus pasiones y su manera de hacer cine, de provocar y hacer pensar de forma más asimilable, pero sin contar algo nuevo.

En opinión de un servidor, lo realmente destacable de esta película es su comienzo, con un plano secuencia brillante, siguiendo la "oportuna" conversación de Óscar y el amigo, Alex, sobre el libro tibetano de los muertos de camino al Void o algunas escenas de onírica belleza.
Básicamente la primera hora de película resulta ser de lo mas refrescante que se puede encontrar en el cine actual, tampoco es decir tanto. El resto resulta ser un viaje soplando la nuca del protagonista, psicotrópicas secuencias y eternas transiciones llenas de nebulosas.

Enter the void se acerca sibilinamente a los personajes de Requiem por un sueño de Aronofsky, con una estética hermanada a la de Trainspotting de Boyle. Si bien hay destellos de genialidad en este film, nada que deslumbre o hipnotice totalmente aunque lo pretenda.
No obstante Noé cuenta con un as en la manga; el sexo, que utilizado como arma y mediante perversas pulsiones, intenta penetrar y herir. Por suerte o desgracia en nuestro mundo hay paredes que nos protegen, muros que impiden que veamos ciertas cosas. Lastima que sean fácilmente atravesables para creadores que pocas veces dejan indiferentes.
Tranquilidad, solo son pedazos de realidad al descubierto, nada que no sepamos.
Muerte y nacimiento, lágrimas después de un polvo. Eso es la vida.