Las memorias pueden ser retratadas de diferentes maneras y el cine es una de esas herramientas que permiten indagar en el pasado de ciertos personajes. El dibujante Aurel se basa en la animación para narrar la vida de Josep Bartoli, uno de los cerca de medio millón que escaparon del régimen franquista y se establecieron en territorio francés previo al inicio de la contienda mundial.

Aquí el dibujo es testimonial hasta visceral en algunos casos donde el movimiento de figuras fijas condiciona la narración visual siendo novedosa en un principio, acercándose más al puro estilo de una novela visual. La pluma de Bartoli se vuelve un manifiesto de las vicisitudes de él y los suyos en los campos, desde los famelicos muchachos que se comieron al can hasta las bellas mujeres que españolas con las que compartían la cosecha. También es un manifiesto de la importancia de la preservación artística a lo largo de los años por parte del nieto del viejo gendarme que cuenta aquella historia.


Seguimos en la zona de spoilers
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