Una película más de boxeo, sobre los orígenes humildes, la infancia de niños entregados a la calle y de cómo ganarse la vida a mamporros.

Una película también sobre la amistad de dos hombres, sobre la codicia, sobre el maltrato a la mujer, y sobre la época en que les tocó vivir, con Perón y Evita en el poder en aquella Argentina de los años 4 y 50. José Gatica era un boxeador poco ortodoxo, salía al ring y empezaba a dar mamporros sin parar, sin parar también de recibir. Ganó muchísimos combates y perdió alguno importante, hasta ahí nada diferente de lo que puede ser una figura del boxeo y un icono para su país.

Sin embargo en esta película vemos a un hombre incapaz de hacer fortuna por dadivoso y, sobre todo, enfermo del juego y de las juergas. La sombra de un campeón también es alargada en el fracaso, cuando su carrera termina y va dando los últimos y lamentables coletazos en su vida.

Nos enseña también la frustración con las mujeres y la de no llegar a ser padre, en definitiva, más de dos horas en las que, unida a los graves problemas sociales del país, un hombre con puños de acero, sobrevive como puede. Infinitas imágenes de combates, en esto muy diferente a cualquier otra entrega, que son muchas, en el género boxeo. Recibió el Goya a mejor película de habla hispana no española, y creo que bien merecido, amparado en una soberbia interpretación de Edgardo Nieva que nubla a todos los demás actores llevando, por completo, el peso de la cinta. Un 7,5.