Esta era una de mis eternas películas pendientes, y después de haberme tragado todas y cada una de las películas de Marvel Studios (salvo 'Spider-Man: Lejos de casa' que me niego a verlo en pantalla grande), era justo darle por fin la oportunidad.

'Spider-Man 2' es uno de esos casos en los que hay que estar de acuerdo con la mayoría. La mayoría dicen que es una de las mejores películas de superhéroes de todos los tiempos y no hay más que darles la razón. Aquí todo cuadra perfectamente, historia, dirección, actores y banda sonora.

La historia es sota, caballo y rey, pero las piezas están movidas magistralmente. Hay espacio para mucha acción y mucho drama, mención especial al nacimiento del Dr. Octopus, a la pelea en el metro, a la charla sobre los superhéroes entre May y su sobrino o el final con la boda; los actores creo que aquí es donde mejor están de toda la trilogía a falta de darle una revisión a la primera, aunque es complicado que lo supere. Alfred Molina es, después de Willem Dafoe, el mejor villano de la trilogía de Sam Raimi, y no por mucha distancia; la banda sonora y la dirección encajan a la perfección.

Es duro ver al actual Spider-Man y encontrarse con un universo Disney Channel del hombre araña donde le salen las novias como quien se cambia de calzoncillos, Flash Thompson no tiene ni media hostia, apenas hay drama en su vida (miren la primera hora de esta cinta y vean lo que es drama de verdad) y su tía May está para mojar pan y repetir, pero sin tener una relevancia real como la tiene Rosemary Harris en su versión de May. Por suerte, hubo una vez donde un tipo llamado Sam Raimi ayudó a cimentar una verdadera película de Spider-Man que quedará en la historia del cine de superhéroes. Si tuviésemos que depender solo de Tom Holland y no hubiesen existido las cintas con Tobey Maguire o Andrew Garfield sería embarazoso.