Una nueva colaboración entre el gran Anthony Mann y un inspirado Borden Chase da como resultado otro irrepetible western protagonizado por James Stewart. Cuenta la historia de un antiguo pistolero que conduce a unos rancheros colonos por las montañas rocosas hasta un valle en el que se instalarán para criar ganado. Por el camino libera a un hombre de la horca cuando estaban a punto de ejecutarle. Éste se une a ellos y les acompaña a Portland. Allí los ganaderos comprarán provisiones para pasar el invierno. Sin embargo, se desata la fiebre del oro en la región y la ciudad se llena de gente avariciosa. Los mineros también necesitan provisiones y el cacique del lugar especula con los alimentos vendiéndolos al mejor postor. Es entonces cuando el pistolero y los rancheros le reclaman lo que es suyo y se desatan los problemas.

Los incomparables paisajes de las montañas rocosas vuelven a ser el escenario ideal para una película maravillosa que además tiene una banda sonora de recibo. Su trío protagonista es excelente. Especialmente Arthur Kennedy que en el papel de villano está magnífico. También aparece Rock Hudson en uno de sus primeros papeles encarnando a un galán jugador de póker.