Tensa película de acción y suspense a la que el director Walter Hill imprime un ritmo de mil demonios recuperando el buen hacer de sus primeros trabajos. La historia trata de un par de bomberos que descubren un mapa en el que se hayan las instrucciones para localizar un tesoro enterrado en una antigua iglesia ahora reconvertida en fábrica abandonada. Lugar donde los traficantes aprovechan para ajustar cuentas. Los protagonistas se meten en la boca del lobo al convertirse involuntariamente en testigos de un asesinato. No quedándoles otra salida que la de parapetarse en una de las dependencias de la fábrica con un rehén para su protección, nada menos que el hermano pequeño del jefe... Muy recomendable.