Después de arrasar con la primera Misión imposible los productores se tomaron su tiempo para preparar la esperada segunda parte. Asumieron las críticas del público que se quejó del farragoso guión de Robert Town que esta vez priorizó la acción por encima de la historia. Y quien mejor para dirigirla que un especialista en este género como John Woo, que venía de triunfar con Cara a cara.

Pero a pesar de estos alicientes la secuela de Misión imposible es un despropósito infame. Vale que como su propio título indica se trata de misiones imposibles y que lo que vas a ver es irreal, pero en esta clase de películas si la historia está bien contada y te atrapa, las secuencias más exageradas las puedes digerir y hasta te pueden parecer creíbles, como sucedía por ejemplo en Indiana Jones en busca del Arca perdida. Sin embargo en este bodrio indigesto todo resulta impostado, inverosímil, absurdo, ridículo, y risible. (spoiler)

No le doy un cero porque una película con un presupuesto de 125 millones de dólares al menos está bien hecha aunque los productores tampoco quedaron muy satisfechos a pesar de reventar de nuevo las taquillas.