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El Golo Cine rating:
10
6.9
8,643
Drama. Mystery
Deliveryman Jongsu is out on a job when he runs into Haemi, a girl who once lived in his neighborhood. She asks if he'd mind looking after her cat while she's away on a trip to Africa. On her return she introduces to Jongsu an enigmatic young man named Ben, who she met during her trip. And one day Ben tells Jongsu about his most unusual hobby...
Language of the review:
- es
June 27, 2020
5 of 8 users found this review helpful
En Burning (2018) Chan-dong Lee cuenta con maestría un triángulo formado por tres jóvenes, a través del cual ejerce una crítica social y cultural en la que se exponen los distintos estratos de la sociedad coreana.
Por Nicolás Bianchi
Aproximadamente a la hora de película Jong-su (Ah-In Yoo) se encuentra limpiando con una pala la bosta de su única vaca en la casa rural de su padre, preso por un hecho de violencia. Su amiga Shin (Jong-seo Jun) lo llama al celular para avisarle que ella y Ben (Steven Yeun) lo están por visitar. Sorprendido, Jong suspende sus tareas, sale del corral y se aproxima a la entrada de su humilde morada.
En un plano general que muestra a un camino de tierra en profundidad comienza a avanzar el Porsche último modelo del millonario Ben, un misterioso personaje que conoció Shin en un viaje por África. Todo se dio muy rápido. Shin y Jong comenzaron un romance fugaz pero ella ya tenía planeada las vacaciones, de las que volvió con Ben. En este momento de la película no está claro cuál es el interés entre ellos y por qué siguen buscando a Jong. Hay una suerte de curiosa amistad desarrollándose, eso es todo lo que se puede percibir. Ben proviene de un mundo diferente. Vive en Gangnam, el barrio más exclusivo de Seúl, mientras que Shin y Jong son de clase media baja. Ambos tienen trabajos inestables, él como repartidor de mercadería y ella como promotora, lo que provocó el encuentro casual con el que se inicia el film.
Desde lejos, entonces, llega el Porsche. Claramente es un objeto que no pertenece a ese ambiente rural y humilde. Ben y Shin bajan del auto. Él dice algo circunstancial, destacando el aire fresco del lugar. Shin y Jong lo invitan a su mundo, le cuentan que las montañas que se ven a lo lejos son de Corea del Norte, y que ese zumbido que se escucha a la distancia es la propaganda que se expele de los parlantes del régimen. Shin entra luego con Jong a la pequeña casa para buscar sillas y algo para comer. Ella dice que le hace recordar a su hogar. Ben, el rico, espera afuera. La diferencia entre el lugar de origen de los personajes es permanentemente resaltada por el director Lee.
Por Nicolás Bianchi
Aproximadamente a la hora de película Jong-su (Ah-In Yoo) se encuentra limpiando con una pala la bosta de su única vaca en la casa rural de su padre, preso por un hecho de violencia. Su amiga Shin (Jong-seo Jun) lo llama al celular para avisarle que ella y Ben (Steven Yeun) lo están por visitar. Sorprendido, Jong suspende sus tareas, sale del corral y se aproxima a la entrada de su humilde morada.
En un plano general que muestra a un camino de tierra en profundidad comienza a avanzar el Porsche último modelo del millonario Ben, un misterioso personaje que conoció Shin en un viaje por África. Todo se dio muy rápido. Shin y Jong comenzaron un romance fugaz pero ella ya tenía planeada las vacaciones, de las que volvió con Ben. En este momento de la película no está claro cuál es el interés entre ellos y por qué siguen buscando a Jong. Hay una suerte de curiosa amistad desarrollándose, eso es todo lo que se puede percibir. Ben proviene de un mundo diferente. Vive en Gangnam, el barrio más exclusivo de Seúl, mientras que Shin y Jong son de clase media baja. Ambos tienen trabajos inestables, él como repartidor de mercadería y ella como promotora, lo que provocó el encuentro casual con el que se inicia el film.
Desde lejos, entonces, llega el Porsche. Claramente es un objeto que no pertenece a ese ambiente rural y humilde. Ben y Shin bajan del auto. Él dice algo circunstancial, destacando el aire fresco del lugar. Shin y Jong lo invitan a su mundo, le cuentan que las montañas que se ven a lo lejos son de Corea del Norte, y que ese zumbido que se escucha a la distancia es la propaganda que se expele de los parlantes del régimen. Shin entra luego con Jong a la pequeña casa para buscar sillas y algo para comer. Ella dice que le hace recordar a su hogar. Ben, el rico, espera afuera. La diferencia entre el lugar de origen de los personajes es permanentemente resaltada por el director Lee.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Los tres están ahora en el porsche. En silencio beben vino y contemplan el paisaje. Está comenzando a atardecer. Un tanto aburrido, Ben les ofrece fumar marihuana. Ni Shin ni Jong se pueden negar. El extraño es quien está en absoluto control de la situación. El encantamiento comienza. Ben prende el cigarrillo de hierba, que no parece afectarlo en lo más mínimo. En distintos planos Lee nos muestra a los tres personajes, con Shin en el medio de los dos hombres. De Ben el porro pasa a Shin y de ella finalmente a Jong. Ben continúa inmutable. Un plano muestra su figura de perfil difuminada pero impertérrita ante Shin que comienza a reir y Jong que sufre un súbito ataque de tos. Ben parece aburrido nuevamente. Se acerca a su auto, pone música, jazz, y se queda apoyado en la puerta delantera.
El segundo elemento del encantamiento, la música, invade la escena. Shin se levanta y comienza a bailar con el atardecer de fondo. Su figura se recorta sobre el horizonte en una sola y larga toma de una factura bellísima. Shin se saca el buzo y la remera. Con sus pechos al viento comienza a moverse en la media luz del atardecer. Primero hace una figura con sus manos, una sombra chinesca de una paloma que levanta vuelo. En seguida la paloma es Shin, que comienza a bailar agitando los brazos como si estuviera volando. Cuando la música (el encantamiento) se apaga concluye el baile de Shin, quien rompe en llanto. Como espectadores todavía no lo sabemos, pero Shin acaba de performatizar su muerte, su alma que se levanta y huye de este mundo. Lee retira a Shin de la escena. La cámara se queda con el atardecer, recorre el horizonte con travelling suave por medio del cual se muestra que los bellos colores del ocaso le dan lugar a una noche amenazadora. Es exactamente lo que está por suceder en la película. Rendida por el abombamiento que le produjeron el vino y la marihuana Shin se queda dormida dentro de la casa.
Ben y Jong quedan en el porsche. Jong está visiblemente tocado, un tanto mareado. Comienza a contarle a Ben la historia de su vida, la separación de sus padres, cómo su madre los abandonó. Hicimos una fogata con sus ropas cuando nos dejó, le cuenta. A todo esto Ben continúa fumando. No parece haber perdido un ápice de lucidez. Conserva en perfecto estado su aspecto altivo y desafiante. El relato del fuego parece interesarle. Interrumpe a Jong y comienza una extensa explicación en la que confiesa que su hobby es quemar “invernaderos abandonados”, aquellos a los que la gente ya no les presta ninguna atención. Dice hacerlo cada dos meses. Es muy fácil, comenta, solo hay que rociarlos con un poco de combustible y lanzar un fósforo. Es más, ya tengo uno en vista aquí cerca, muy cerca, le cuenta a Jong, que, como nosotros los espectadores, no terminamos de comprender en totalidad lo que el personaje está diciendo. La conversación concluye cuando aparece Shin, ya recuperada. Ella y Ben se suben al Porsche y se van. “Le voy a tener que prestar mucha atención a los invernaderos de por aquí”, se despide Jong. “Es uno que está cerca, muy cerca”, cierra Ben. El auto de alta gama recorre, en sentido inverso, el mismo largo camino por el que llegó a la casa de Jong.
Primero en imágenes y luego en diálogo, Lee adelanta el resto de la película, más de una hora de metraje que todavía el espectador no vio. En una suerte de ilusionismo cinematográfico cuenta todo lo que va a pasar pero nadie (o casi nadie) puede, en ese momento, darse cuenta. En la escena siguiente Jong espera por una entrevista laboral mientras intenta comunicarse con Shin que, después de unas semanas de aquel encuentro, no atiende el teléfono. Estaba todo ahí delante de nosotros. Como los invernaderos por los que nadie se preocupa. Como las chicas jóvenes que nadie va a extrañar.
Burning es una obra maestra que constituye una baza del cine contemporáneo.
El segundo elemento del encantamiento, la música, invade la escena. Shin se levanta y comienza a bailar con el atardecer de fondo. Su figura se recorta sobre el horizonte en una sola y larga toma de una factura bellísima. Shin se saca el buzo y la remera. Con sus pechos al viento comienza a moverse en la media luz del atardecer. Primero hace una figura con sus manos, una sombra chinesca de una paloma que levanta vuelo. En seguida la paloma es Shin, que comienza a bailar agitando los brazos como si estuviera volando. Cuando la música (el encantamiento) se apaga concluye el baile de Shin, quien rompe en llanto. Como espectadores todavía no lo sabemos, pero Shin acaba de performatizar su muerte, su alma que se levanta y huye de este mundo. Lee retira a Shin de la escena. La cámara se queda con el atardecer, recorre el horizonte con travelling suave por medio del cual se muestra que los bellos colores del ocaso le dan lugar a una noche amenazadora. Es exactamente lo que está por suceder en la película. Rendida por el abombamiento que le produjeron el vino y la marihuana Shin se queda dormida dentro de la casa.
Ben y Jong quedan en el porsche. Jong está visiblemente tocado, un tanto mareado. Comienza a contarle a Ben la historia de su vida, la separación de sus padres, cómo su madre los abandonó. Hicimos una fogata con sus ropas cuando nos dejó, le cuenta. A todo esto Ben continúa fumando. No parece haber perdido un ápice de lucidez. Conserva en perfecto estado su aspecto altivo y desafiante. El relato del fuego parece interesarle. Interrumpe a Jong y comienza una extensa explicación en la que confiesa que su hobby es quemar “invernaderos abandonados”, aquellos a los que la gente ya no les presta ninguna atención. Dice hacerlo cada dos meses. Es muy fácil, comenta, solo hay que rociarlos con un poco de combustible y lanzar un fósforo. Es más, ya tengo uno en vista aquí cerca, muy cerca, le cuenta a Jong, que, como nosotros los espectadores, no terminamos de comprender en totalidad lo que el personaje está diciendo. La conversación concluye cuando aparece Shin, ya recuperada. Ella y Ben se suben al Porsche y se van. “Le voy a tener que prestar mucha atención a los invernaderos de por aquí”, se despide Jong. “Es uno que está cerca, muy cerca”, cierra Ben. El auto de alta gama recorre, en sentido inverso, el mismo largo camino por el que llegó a la casa de Jong.
Primero en imágenes y luego en diálogo, Lee adelanta el resto de la película, más de una hora de metraje que todavía el espectador no vio. En una suerte de ilusionismo cinematográfico cuenta todo lo que va a pasar pero nadie (o casi nadie) puede, en ese momento, darse cuenta. En la escena siguiente Jong espera por una entrevista laboral mientras intenta comunicarse con Shin que, después de unas semanas de aquel encuentro, no atiende el teléfono. Estaba todo ahí delante de nosotros. Como los invernaderos por los que nadie se preocupa. Como las chicas jóvenes que nadie va a extrañar.
Burning es una obra maestra que constituye una baza del cine contemporáneo.