Así habló el cambista (2019) es una coproducción argentino y uruguaya, que cuenta el relato que un lavador de dinero hace de su vida. Dirigida por el montevideano Federico Veiroj, cuenta con Daniel Hendler, Dolores Fonzi, Luis Machín y Benjamín Vicuña en el elenco.

Por Nicolás Bianchi

El pasado devuelve imágenes y datos del presente. Entre los años 50 y 70 del siglo XX el peso argentino comienza a devaluarse mientras Uruguay es visto como ‘la Suiza de América Latina’, un paraíso para las operaciones financieras más diversas. Por esos años teje su fortuna Humberto Brause (Hendler), personaje principal de la película, que comienza a trabajar en una empresa familiar conducida por el patriarca Schweinsteiger (Machín).

Brause, a pesar de su rostro burocrático y su cadencia de oficinista, experimenta cierta ambición que supera a la de su jefe, que también será su suegro luego de su casamiento con Gudrun (Fonzi). Los clientes se comienzan a diversificar. Los políticos, sin identificación partidaria en el film, tocan a la puerta con valijas cargadas de dólares que necesitan ser enviados al exterior.

Luego de un breve paso por la cárcel Brause se rehace, aunque pierde para siempre la simpatía de su suegro. Ya en los 70 desde Buenos Aires llegan jóvenes con armas en el cinto y toneladas de billetes que necesitan un lugar de reposo. El riesgo es tan grande como el negocio. Brause se da la gran vida y Gudrun, que lo desprecia profundamente pero no lo deja, prefiere no preguntar y seguir gastando.

Así habló el cambista se sostiene con un relato en off del propio protagonista, un recurso quizás utilizado en exceso pero imprescindible para comprender qué sucede con los personajes a medida que avanza la historia. La película es un retrato de un hombre gris, que incluso se considera despreciable a sí mismo. Para estar a su sombra inevitablemente Gudrun debe ser fría y apocada.

Los que rompen con la monotonía de café, cigarrillos y tasas de interés son el marcial argentino Bonpland que interpreta Vicuña y el alegre traficante brasileño Moacir (Germán de Silva). Ambos personajes sumados a los problemas de salud de Brause, débil del corazón, se combinarán para el cierre de la historia, que tiene algún giro bien logrado.

La película en su mayoría se desarrolla con fluidez aunque algunas partes pueden resultar un tanto largas o estiradas. La recuperación de la época está realmente lograda, al igual que el tono noir de la narración que, nuevamente, descansa fundamentalmente en el off. Cuesta ver a Hendler con una prótesis dental que alela su rostro, aunque logra el aspecto buscado, el de burócrata gris. Así habló el cambista es el retrato de un hombre despreciable y despreciado, que solo vale por la plata que tiene o puede mover.