Es la segunda vez que una película de Andrzej Wajda me traumatiza.
El director polaco se caracteriza por mostrar la cruda realidad de la
Historia. Y si en esa parte de la Historia corre la sangre, él estará
entusiasmado de poder mostrarnos su convincente salsa de tomate.

Una buena reconstrucción de la Francia revolucionaria muy cuidada
en todos sus detalles, con estupendos actores, durante el período
denominado Terror, durante el cual ningún ciudadano francés estaba
a salvo de la sombra tejida por la guillotina en todo el país.

Ya era hora de que Francia hiciese una producción de calidad acerca
de esta Revolución, de la que tanto se enorgullecen los gabachos,
obviando los ríos de sangre que se vertieron de forma estúpida e
injusta.

Decir por último que aquí la Pimpinela Escarlata no llegó a tiempo....