Es interesante Black Mass, y contiene la celebrada noticia de que Johnny Depp vuelve a interpretar, después de hacer payasadas sin freno para ganar dinero a espuertas y ponerse hasta arriba de coca, alcohol y lo que caiga. Nos encontramos con la biografía de un gángster implacable, brutal y sanguinario, Whitey Bulger, que aterrorizó el South Boston en su cruel cruzada contra la mafia italiana, que tampoco eran unos angelitos. Contaba con la colaboración/complicidad de un hijo del mismo barrio convertido en agente del FBI, y con cierta protección, up to a certain point, de su hermano, senador del estado (estupendo Benedict Cumberbatch, como siempre). La película ahonda en la psicología de los personajes, de manera que comprendamos perfectamente qué clase de tipejos son y por qué hacen lo que hacen. De todos modos, la acción es trepidante, pero sin someterse a la lógica imperante del pimpampum: esto es un estudio serio de una época y una gente, y hay momentos realmente angustiosos. Tal vez Scorsese lo habría hecho mejor, pero Scott Cooper, autor de la simpática Corazón rebelde, se muestra enérgico y contundente a los mandos de la máquina de rodar y nos entrega un film valioso, bien acabado en todos los apartados, y digno de figurar entre lo mejorcito de 2015. Parece que, además, funcionó en taquilla, de modo que por una vez crítica y público se pusieron de acuerdo. No os la dejéis escapar.