El fiel es una película fallida por diversos motivos, siendo el principal un desdichado giro de guión que precipita el film a los abismos del ridículo y el melodrama más desaforado. Una corredora de Fórmula 1 (sí, una chica) se enamora de un tipo que, en teoría, se dedica a la compraventa de coches de alta gama, pero en realidad pertenece a una banda de atracadores violentos y alcoholizados. Por fidelidad, porque fueron sus compañeros de orfanato. Un atraco sale chungo y va a dar con sus huesos en la cárcel. Entonces, empieza la otra película. No digo que os levantéis y abandonéis, pero para mí se terminó ahí. No niego que Roskam pulsa bien ese ambiente de la Bélgica flamenca profunda, con esos días desapacibles y grises, algo poco visto por estos pagos. El polar se sostiene hasta la condena del antihéroe, y luego nos enredamos en situaciones que no voy a desvelar. Además, se alarga como un chicle y aburre sobremanera. Matthias Schoenaerts constituye un misterio para mí, su éxito, quiero decir. Es guapo y tal, pero no le encuentro brío ni matices. Ya le he visto en varias películas, pero no me emociona en ningún momento. Todo lo contrario que la voluptuosa Adèle Exarchopoulos (vaya apellidos), de carnales curvas y volúmenes, y esa boquita tan sabrosa, con las palas delanteras algo separadas. Dejando aparte sus relevancias físicas, ella sí entrega un personaje de carne y hueso, bien llevado en todo momento, aunque a veces las reacciones de Bibi se adentren en la patochada. Nunca la olvidaremos en La vida de Adèle, por supuesto, una de las grandes películas del siglo XXI. ésta no lo es.