Como escribía ayer, muchos actores de Hollywood en decadencia acudían a Inglaterra para dar lustre a humildes producciones. Zachary Scott, siempre agresivo e hiperactivo, es el encargado de protagonizar este pequeño thriller de Terence Fisher antes de acceder a la fama con la resurrección de los viejos monstruos de la Universal, que Hammer Films aderezó con bonitos colorines, escotes cada vez más vertiginosos, y sangre, mucha sangre. Aquí, no obstante, aún vivimos en un universo en B&N, bastante conseguido, y la historia narrada está más trabajada y contiene más interés que la de The Stranger Came Home, editada junto con ésta en un bienvenido pack. Scott y su socio, Beatty, trabajan en un servicio de aerolíneas. A Scott se le va la olla de vez en cuando y sufre desmayos. Cuando intenta impedir que Beatty despegue con mal tiempo, éste le amenaza con chivarse de sus "blackouts". Beatty desaparece y Scott, espoleado por la policía, empieza a investigar... y encontrará algunas sorpresas inesperadas. Con una duración estupenda, 73 minutos, la película avanza a paso de carga, al tiempo que van surgiendo tramas y subtramas. Cuenta con una enérgica banda sonora de Malcolm Arnold, y el elenco femenino es destacable por diversos motivos. Naomi Chance no hizo gran cosa después de ésta, su primera película, pero en un papel secundario aparece la muy atractiva Kay Kendall, con posterioridad esposa de Rex Harrison, aunque la leucemia se la llevó demasiado joven. Con una carrera breve pero meteórica, Kendall no sólo era una mujer hermosísima, sino una actriz versátil y dotada para todos los géneros. Más avanzado el film aparece una gatita de boca carnosa y potentes encantos, Diane Cilento, futura señora de Connery, Sean Connery. También dejó languidecer su carrera sin hacer nada relevante. En suma, una película entretenida para tardes lluviosas.