Como paranoia de Guerra Fría, insuperable.
Probablemente la atmosférica música de Tangerine Dream y ese Los Ángeles nocturno no pertenezcan a ningún otro tiempo.

Harry recorre las calles en la noche con una misión: encontrar a su cita Julie, mujer de su vida.
Y el progresivo terror del hongo atómico está de fondo.

'Miracle Mile' se convierte así en la exploración de un estado de ánimo dentro de una nación, como es la certeza de que todo se va a ir al infierno en un momento.
Se mueve a pie de calle, en una ciudad cada vez más agitada y devorada por un miedo que amenaza no solo a nosotros, sino a nuestros seres queridos: cada persona que se cruza con Harry le insiste para buscar a su ser querido, como él hace con Julie. Una reveladora visión del ser humano, como es que, ante el fin, queremos estar seguros de estar al lado de nuestros queridos.

Donde gana la historia es en los momentos en los que demuestra eso: solo un plano simple se necesita, el de un hombre llevando en brazos a su querida por una escalera mecánica descendente, a contracorriente, para dar cuenta de lo que somos capaces de hacer.
Y que no importa si los poderes superiores eligen apretar el botón o no, vamos a seguir siendo nosotros y nuestras circunstancias, hasta el final, sin temor.

Es curioso que se hable de "los fósiles que se encontraron y ahora están en un museo", pues bien podría ser eso este film.
Un recuerdo enloquecido de lo que significaba temer la posibilidad de la radiación, cuando toda tu vida estaba esperando por ser vivida.

Tangerine Dream y las calles nocturnas de Los Ángeles ponen el resto.