Entiendo que haya mucha corriente de opinión que decide menospreciar una película así. Lo más fácil que uno puede hacer es rajar, porque opinar de los aspectos técnicos sólo te lleva al mismo sitio, por no hablar de la incuestionable poca destreza del director y las paupérrimas interpretaciones. No hay nada que sea tan evidente que lo que ven nuestros ojos, y puede que sea mala de verdad si sólo tenemos en cuenta lo incuestionable.

Pero por suerte el cine es algo más, por suerte el espectador también puede asumir las carencias lógicas de la falta de presupuesto y sobre todo podemos adivinar intenciones y valorar el deseo de entretener de cierto cine. Esta película encaja con esa línea de cine malo de cojones por una parte pero entrañable y perfecto por otro lado. Ese bicho, esa cosita que no habla y sólo gruñe, llevado de aquí para allá por su hermanito, incluso cuando se mueve en un pésimo y olvidable stop-motion, es la esencia de un cine que podemos llamarlo B, Z o etiquetarlo con la letra que quieran. Pero funciona, en este caso funciona como un imán, pese a todo lo malo que tiene. Funciona desde principio a fin y estoy convencido que en esos primeros años de los ochenta hasta haría cagarse de miedo a muchos espectadores.

Claro, ahora todos se lo toman a cachondeo. Y lo fácil que es despreciar.

Algunos actores debieron cobrar el bocadillo del mediodía y el bichito es poco más que el trabajo de plástica de un alumno de secundaria. Para mí, cine respetable. No todos quieren hacer una obra maestra inmortal afortunadamente.