Es una lástima recurrir tarde, cuando ya no toca, a películas que se han convertido en clásicos o se consideran de culto con el tiempo. En este caso, ver al famoso Totoro, de la mano del gran Miyazaki, bien entrado el actual siglo, no es lo mejor que me podría haber pasado. Ojalá (como bien apunta más de un usuario, ojalá...) la hubiera visto en aquellos maravillosos años ochenta. Hablaría mil maravillas de la niña pequeña, de la mayor, de la pobre madre que estando en el hospital y desconociendo su enfermedad transmite una enorme ternura en lo que respecta al lado humano de la película... Y por el otro lado, ese indescriptible Totoro, producto de la maravillosa imaginería japonesa, que no habla ni falta que hace. A mi juicio tarda en aparecer y queda tan desaprovechado, que hasta parece un secundario. Una lástima.

Así que no la vi cuando tocaba, será eso. Pobre de mí, le pongo cinco estrellitas en la escala FA que contrasta con la cantidad de dieces y demás notas elevadas. No he visto pocos de los trabajos de Miyazaki y caramba, creo que está lejos de sus mejores películas. La historia me ha parecido tan mínima que es casi insuficiente. Creo que debería haber explotado más las virtudes del gran animal, duende o lo que sea. Ese mundo, con ese gatobús y todo lo que se podría haber sacado, merecía una mayor exposición, más minutos. Me he quedado con ganas de más, como si esta película hubiera sido sólo un buen capítulo.