Lo peor que le puede pasar a alguien que se pone a ver "La verdadera historia de Jesse James" es tener presente la versión de Henry King. No es que sea mala película la de Nicholas Ray, pero al menos yo no puedo escapar de la maliciosa costumbre de comparar y entonces, casi sin querer, siempre sale alguien perdiendo. No puedo explicarlo de otra manera y sé que es de necios en realidad, pero pese a no ser una mala película, "La verdadera historia de Jesse James" no cuenta ni con Tyrone Power ni con Henry Fonda, y eso inevitablemente significa salir perdiendo a la hora de juzgarla.

Me gustan esos flashbacks, me gusta que la imagen de Jesse en esta ocasión tenga un lado oscuro que, no hay que olvidarlo, como forajido debía tener sí o sí. Todos los que nos gustan las del oeste celebramos ese asalto al tren, los galopes, los tiros y la chulería de aquellos que nacieron para poderse pasear por el oeste con la cabeza bien alta. Robert Wagner hace un papel digno, no lo lapidaré, sólo poniéndolo al lado de cualquiera de los dos actores antes mencionados queda todo dicho. Malditas comparaciones, ya sabemos qué piensa la mayoría, en la cual me incluyo. Pero mal no lo hace nadie y mala no es la película. Además, acudir a todo un icono del género como el que se convirtió Jesse James, los hermanos, la épica de los bandoleros y todo lo que les rodea, supone contar con una historia de lo más atractiva. Suerte de ello, la película sale ganando porque una historia así es de lo más atractiva.